Esta región es conocida por su belleza paisajística (montañas, ríos, bosques y páramos), su clima extremo y su valioso patrimonio histórico y cultural.
Entre sus poblaciones destacan Yanguas (conjunto histórico-artístico junto al río Cidacos), San Pedro Manrique (famosa por sus fiestas en las que caminan con los pies descalzos sobre ascuas) y Oncala (con un magnífico museo de tapices flamencos).
Yanguas hoy solo cuenta con unos 100 habitantes, pero es un conjunto histórico-artístico de gran interés, que conserva huellas de dinosaurios, algunos restos celtíberos, romanos y musulmanes, así como una impresionante arquitectura medieval, con su castillo, puertas en las murallas, la torre románica de san Miguel, las iglesias de san Lorenzo y de santa María, y varias casas blasonadas.
Durante siglos fue un punto clave en la trashumancia de ovejas, ya que por aquí pasaba la cañada real soriana y durante el verano había más de un millón de cabezas de ovejas merinas. Muchos de sus vecinos eran "arrieros", que transportaban mercancías en sus carros de mulas, ya que un privilegio del siglo XIII les eximía de pagar impuestos de portazgo en las principales ciudades de Castilla.
El castillo de Yanguas, del siglo XIV, jugó un importante papel defensivo en las luchas fronterizas entre Castilla y Navarra.
La iglesia de san Lorenzo, junto al ayuntamiento, conserva algunos restos románicos, aunque fue totalmente reedificada en estilo gótico. Conserva interesantes retablos platerescos y barrocos de los siglos XV al XVIII. En ella se celebraban las reuniones del concejo y se administraba justicia, por eso también se guardaba el arca con los documentos del ayuntamiento.
La iglesia de santa María es del siglo XVI, aunque conserva varios capiteles románicos reutilizados como base del altar y de la pila de agua bendita. Fue la parroquia de la desaparecida Villa Vieja. En una capilla separada de la iglesia por una imponente reja se venera el santo Cristo de la Villa Vieja, que no pertenece a la villa, sino a la mancomunidad de los 25 pueblos que formaban la tierra de Yanguas (la mayoría de ellos hoy están despoblados y para las romerías del Cristo solo se reúnen los cinco o seis que tienen algún vecino). Posee además interesantes retablos.
Durante siglos, la villa de San Pedro Manrique, situada junto al río Linares, cabeza de 27 aldeas, fue el enclave más importante de la trashumancia castellana. Hoy tiene entre 500 y 600 vecinos y es la capital de la comarca de Tierras Altas.
Es especialmente conocido por la reserva de buitres en la sierra de Alcarama y por sus fiestas patronales en honor de san Juan Bautista, en las que desfilan las móndidas y los jóvenes participan en el paso del fuego a las doce de la noche del 23 al 24 de junio.
En tiempos lejanos estuvo habitado por vascones, íberos y romanos. De época medieval conserva el castillo, dos torres y tres puertas de las murallas, la iglesia de San Martín de Tours, las ruinas románicas de San Pedro el Viejo (antiguo monasterio templario) y otros edificios interesantes.
La iglesia de san Martín conserva varios elementos románicos, aunque el interior fue totalmente transformado en el siglo XVIII. Además de una hermosa pila bautismal románica y un calvario gótico, conserva varios retablos de gran belleza.
Oncala está situada entre montes, formada por dos barrios separados por un valle profundo y unidos por un puente que atraviesa el río Mayor. Hoy cuenta con unos 50 vecinos.
Oncala es famosa por la cercana reserva natural del acebal de Caragüeta, el mayor bosque de acebos de Europa meridional, con grandísimos árboles cuajados de frutos rojos y hojas puntiagudas, de más de 400 hectáreas. En invierno, los corzos, jabalíes y numerosas aves se alimentan de sus bayas.
También por los 10 impresionantes tapices flamencos del siglo XVII, expuestos en la iglesia de san Millán, de los que 8 se realizaron sobre cartones encargados por la Infanta Isabel Clara Eugenia a Pedro Pablo Rubens, en 1625, con motivos relacionados con la eucaristía. Otros dos son de motivo profano. Fueron un regalo de un arzobispo de Valencia, hijo del pueblo.
Oncala también es famosa por sus casas de piedra con blasones heráldicos, los quesos y mantequillas, así como por su museo sobre el pastoreo y la trashumancia.
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