Esta es una de las oraciones que hemos heredado de la primera comunidad cristiana. De hecho, aunque en occidente pronto comenzó a usarse el latín en la liturgia, se ha conservado esta oración en griego hasta el presente, que ha sido musicalizada por cientos de compositores a lo largo de los siglos.
Con esta sencilla oración comienzan todas las misas (rezándola o cantándola, normalmente en los idiomas vernáculos) y las letanías a Cristo, a la Virgen María y a los santos.
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