Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

sábado, 13 de agosto de 2022

Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado


Las lecturas de la misa del domingo 20 del Tiempo Ordinario, ciclo "c", son desconcertantes y no terminamos de entenderlas: nos hablan de división, de guerra y fuego, de ignominia y muerte.

Hemos de comenzar recordando que estos textos fueron escritos hace muchos siglos y que el lenguaje que utilizan nos resulta muchas veces extraño, por lo que vamos a intentar profundizar en su mensaje.

1. La división y el fuego (evangelio)

Jesús afirma que ha venido a prender fuego al mundo y a traer división. ¿A qué se refiere? 

Él propone el camino del servicio, de la entrega, del perdón y de la misericordia. Este camino no es fácil, por lo que muchos lo rechazan y se establece una división entre los que están dispuestos a aceptar su propuesta y quienes le dan la espalda.

Jesús advierte de que esto se da en la sociedad, en el seno de la familia y también en el corazón de cada uno de nosotros. 

San Pablo llega a decir que en nosotros la carne lucha contra el espíritu, el hombre viejo (que se mueve por el egoísmo y los apetitos) contra el hombre nuevo (que se deja guiar por las enseñanzas de Jesús y la fuerza de su Espíritu Santo). Por lo que tenemos que hacernos violencia para desterrar el odio, el rencor, la venganza y la comodidad.

2. Jeremías fue arrojado al aljibe (primera lectura)

En la primera lectura se nos recuerdan los sufrimientos del profeta Jeremías, que fue perseguido y maltratado por anunciar la Palabra de Dios.

Como él, muchos hombres y mujeres de todos los tiempos han sido perseguidos e incluso asesinados por su fidelidad al evangelio.

Pero los mártires cristianos son aquellos que mueren por amor, que se dejan matar antes que asesinar a otros, que hacen de su vida una entrega hasta las últimas consecuencias.

3. Corramos con constancia (segunda lectura)

La segunda lectura nos recuerda que la vida cristiana es como una carrera o una pelea en la que hay muchos espectadores que nos miran, como a los que participan en los juegos olímpicos.

Para llegar a la meta y ganar el premio tenemos que ser constantes en los entrenamientos, esforzándonos por parecernos a Jesús, no asustándonos ante las dificultades, levantándonos después de cada caída.

También nos recuerda que "todavía no hemos llegado a la sangre en nuestra pelea contra el pecado", por lo que no podemos quejarnos a pesar de los dificultades.

4. Conclusión

En definitiva, las lecturas nos invitan a ser fuertes, a no desanimarnos ante las dificultades, a perseverar en la fe y en el servicio a los hermanos.

Con los ojos fijos en Jesús, que es nuestro modelo y nuestra fortaleza, continuemos trabajando por la construcción de una sociedad más justa, aunque esto nos cueste esfuerzos y sacrificios.

Las imágenes que usan las lecturas de hoy pueden sorprendernos, pero nos transmiten un mensaje de ánimo para fortalecer nuestra fe vacilante.

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