En los pueblos y ciudades del País Vasco, en el norte de España, es tradición salir a cantar a santa Águeda por las calles, mientras se golpea rítmicamente el suelo con unos grandes palos. Lo hacen los niños de las escuelas, los ancianos de las residencias, los vecinos de cada barrio, los coros parroquiales...
Esta es la traducción al castellano del texto fundamental, aunque en cada pueblo añaden coplas propias, con pequeñas variaciones:
¡Felicidad a todos los de esta casa! Venimos a saludar, de puerta en puerta, como vieja costumbre, con intención de renovarla este año. No somos muy ricos en dinero ni en zapatos, pero estamos con la garganta sana y queremos cantar con ganas.
El día de santa Águeda, los vascos llenamos todas las casas de alegría cantando. Hoy hemos tomado a la querida Santa como amiga de nuestro camino. Con su ayuda podemos llenar de esperanza este día.
En la hermosa isla de Sicilia nació nuestra Águeda, joven afortunada. Ella tomó en su infancia con entusiasmo la Ley de Jesucristo. Este amor le llenó el corazón de alegría
Deslumbraba a los caballeros la belleza de la joven Águeda. Sus ojos eran dos estrellas en esa dulce cara. Pero pronto se despierta la perversa pasión de los hombres malvados y Quintiano se prenda de la belleza de su edad.
Águeda eligió por único amor a Jesús. Él era lo único que tenía en el mundo. Todas las solicitudes de Quintiano las rechazaba, pero esta autoridad malvada la denunció por ser cristiana...
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