Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

domingo, 27 de marzo de 2022

Dios hace fiesta cuando un pecador se convierte


Me impresiona lo que afirma el evangelio de hoy: Dios se alegra y hace fiesta por cada pecador que se acerca a él, y nos invita a alegrarnos con él.

Si esto es así, ¿por qué hay tantos cristianos que solo asocian el evangelio con la renuncia y el sufrimiento?, ¿por qué olvidamos que la Biblia también nos habla de la alegría de Dios?

Este es un elemento importante de la espiritualidad cristiana que nunca deberíamos olvidar: la misericordia de Dios es fuente de alegría.

Santa Teresa de Jesús de los Andes (Santiago de Chile 1900 – Los Andes 1920) lo entendió muy bien. Por eso afirma: «Dios es alegría infinita» (Carta 101). Porque ella se sabe su esposa de Jesús, dice: «Soy feliz; pero la criatura más feliz del mundo» (Ídem).

En muchas de sus cartas insiste en este argumento: 
- «¿Quién puede hacerme más feliz que Dios? En él todo lo encuentro» (Carta 81).
- «Soy tan feliz como ya es imposible imaginar. Es una paz, una alegría tan íntima la que experimento, que me digo que si vieran esta felicidad los del mundo, todos correrían a encerrarse en los conventos» (Carta 133).
- «Soy feliz y jamás dejaré de serlo, porque pertenezco a mi Dios. En él encuentro a cada momento mi cielo y un amor eterno e inmutable. Nada más deseo que a él» (Carta 148).

En nuestros cantos de la Iglesia, muchas veces olvidamos la invitación del salmo 150, con el que se cierra el salterio: «Alabad al Señor tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras, alabadlo con danzas y tambores, alabadlo con laúdes y flautas, alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes».

¿Cuántas veces se escuchan las trompetas y los tambores en nuestras iglesias?, ¿cuántas veces acompañamos los cantos con bailes? Pues eso también está en la Biblia, aunque algunos se escandalicen hasta del uso de las guitarras.

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