Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

martes, 29 de marzo de 2022

Letanías cuaresmales


En la ciudad de Roma, desde el siglo VI, se fue creando una compleja liturgia estacional durante la Cuaresma. Cada día se reunía la comunidad en una iglesia menor. Allí, el papa pronunciaba una oración «colecta» y se partía en procesión, cantando letanías, hasta una iglesia titular, donde se celebraba la eucaristía.

Las misas estacionales comenzaban el Miércoles de Ceniza en la basílica de santa Sabina, en el monte Aventino, y terminaban el domingo «in Albis» en la basílica de san Pancracio, en el monte Gianicolo. Las oraciones y las lecturas de cada jornada hacían referencia a los santos y mártires relacionados con esos templos.

Las letanías específicas para dichas procesiones eran muy largas y de gran riqueza. Aquí presento una versión resumida de las que recoge un ritual del siglo XVII, que adapté hace algunos años para rezar con mi comunidad.

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.

Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

Padre santo, que no quieres la muerte del pecador, ten misericordia de nosotros.
Tú que diste la Ley a Moisés, ten misericordia de nosotros.
Tú que custodiaste a Daniel en el foso de los  leones, ten misericordia de nosotros.
Tú que perdonaste a los ninivitas que a ti clamaban, ten misericordia de nosotros.
Tú que perdonaste el pecado de David penitente, ten misericordia de nosotros.
Tú que hiciste hallar gracia a los ojos del rey a Ester, que intercedía por su pueblo, ten misericordia de nosotros.
Tú que recibes paternalmente al hijo pródigo que vuelve a ti, ten misericordia de nosotros.
Tú que nos concedes este tiempo de gracia y de perdón, ten misericordia de nosotros.
Tú que eres compasivo y misericordioso con los que te invocan, ten misericordia de nosotros.

Hijo de Dios, redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Señor Jesús, mesías prometido en la Ley, ten misericordia de nosotros.
Anunciado por los profetas, ten misericordia de nosotros.
Deseado por los justos, ten misericordia de nosotros.
Anhelado por las naciones, ten misericordia de nosotros.
Enviado al mundo por el Padre, ten misericordia de nosotros.
Tú que te manifestaste en el templo a la anciana Ana, que perseveraba en tu servicio con ayunos y súplicas, ten misericordia de nosotros.
Tú que al anciano Simeón permitiste irse en paz después de encontrarse contigo, ten misericordia de nosotros.
Tú que ayunaste cuarenta días y cuarenta noches en el desierto, ten misericordia de nosotros.
Tú que hiciste volver justificado al publicano que no se atrevía a levantar los ojos del suelo, ten misericordia de nosotros.
Tú que prometiste una fuente de agua viva a la samaritana, ten misericordia de nosotros.
Tú que acogiste con clemencia la oración de la mujer cananea, ten misericordia de nosotros.
Tú que perdonaste el pecado de la mujer adúltera, ten misericordia de nosotros.
Tú que recibiste a publicanos y pecadores, y comiste con ellos, ten misericordia de nosotros.
Tú que perdonaste muchos pecados a la pecadora, porque amaba mucho, ten misericordia de nosotros.
Tú que miraste con amor a Pedro, que te había negado tres veces, ten misericordia de nosotros.
Tú que abriste las puertas del Paraíso al ladrón arrepentido, ten misericordia de nosotros.

Muéstrate propicio, perdónanos, Señor.
De todo mal, líbranos Señor.
De todo pecado, líbranos Señor.
De un corazón duro y perverso, líbranos Señor.
De toda costumbre malvada, líbranos Señor.
De toda pasión desordenada, líbranos Señor.
De toda aspereza de costumbres, líbranos Señor.
De toda malicia e indolencia, líbranos Señor.
De una mala y eterna muerte, líbranos Señor.
Por tu bautismo y tu retiro en el desierto, líbranos Señor.
Por tus trabajos y dolores, líbranos Señor.
Por la sentencia de muerte dictada contra ti, líbranos Señor.
Por tu pasión y por tu muerte en la cruz, líbranos Señor.

Nosotros, que somos pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que seas indulgente con nosotros, te rogamos, óyenos.
Para que nos concedas la verdadera conversión, te rogamos, óyenos.
Para que, con tu gracia, nos arrepintamos de nuestros pecados, te rogamos, óyenos.
Para que te dignes dirigir a ti todas nuestras acciones, te rogamos, óyenos.
Para que purifiques y protejas de todo mal a tu Iglesia, te rogamos, óyenos.
Para que santifiques y aceptes con agrado nuestras prácticas cuaresmales, te rogamos, óyenos.
Para que mires nuestra humildad y nos trates con misericordia, te rogamos, óyenos.
Para que nos colmes de tus bienes, te rogamos, óyenos.
Para que nos hagas coherederos de tu reino, te rogamos, óyenos.
Jesús, Hijo del Dios vivo, te rogamos, óyenos.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.

Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Dios omnipotente, escúchanos cuando te suplicamos y danos los beneficios de tu  misericordia, para que los que invocamos tu Nombre podamos servirte con sincero corazón, nos veamos libres de todas las adversidades y podamos  alcanzar un día los premios eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Amén.

Bendigamos al Señor. Demos gracias a Dios.

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