Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

martes, 14 de enero de 2025

El jubileo en la tradición de la Iglesia

Esta ilustración del siglo XIV, que representa a los peregrinos llegando a Roma para el jubileo del año 1300, se conserva en el manuscrito "Crónicas" de Giovanni Sercambi, que afirma que el jubileo fue «la cosa más admirable que jamás se haya visto».

Desde tiempos apostólicos, los cristianos organizaron peregrinaciones a Tierra Santa y a las tumbas de los mártires. Con el tiempo, tres metas de peregrinación se distinguieron sobre todas las demás: Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela. La Iglesia concedió numerosas gracias espirituales a quienes las realizaran con espíritu de conversión, principalmente el don de la «indulgencia plenaria». Otros importantes santuarios fueron recibiendo similares privilegios pontificios, especialmente en fechas determinadas. Finalmente, se establecieron años en los que todos los fieles podían ganar la indulgencia de una manera especial, siempre que cumplieran con determinadas condiciones.

Siguiendo la tradición bíblica, cada vez que la Iglesia convoca un año santo jubilar, ofrece a los fieles un tiempo singular de gracia y de conversión. Especialmente, invita a los tibios en la fe o a los alejados a recuperar una relación de amistad con Cristo y con su Madre. Si se dice «año santo» es porque está llamado a promover la santidad de vida de los cristianos, consolidando la fe y la esperanza y favoreciendo la práctica de la caridad. Como ya hemos indicado, los jubileos pueden ser «ordinarios» y «extraordinarios».

Los «JUBILEOS ORDINARIOS» se celebran cada 25 años para toda la Iglesia universal, especialmente en Roma y en Jerusalén. En nuestros días, también en aquellos santuarios que el obispo determina para su diócesis. El primero se celebró en Roma el año 1300. El éxito fue tan grande que se estableció celebrar uno cada 100 años. En 1350 llegaron tantas peticiones a Roma, que se estableció una periodicidad de 50 años. Posteriormente hubo otros cambios en las convocatorias, estableciéndose una periodicidad de 25 años. Esta es la lista de Jubileos ordinarios celebrados hasta el presente:

1. 1300. El papa Bonifacio VIII convocó el primer año santo de la historia de la Iglesia mediante la publicación de la bula «Antiquorum habet fida relatio», en la que se precisan como condiciones para la obtención de la indulgencia que el peregrino se encuentre en estado de penitencia tras la confesión y la absolución; y que visite las basílicas de San Pedro en el Vaticano y San Pablo Extramuros durante treinta días (quince días si acudía desde fuera de Roma), orando en dichos santuarios y añadiendo una limosna. En dicha bula, el papa afirma que los antiguos ya celebraban este tipo de acontecimientos y él se decide a regularlos ante la petición de los peregrinos. Establece también que los jubileos se celebren cada 100 años. Los testimonios contemporáneos hablan de una presencia continuada de miles de peregrinos en la ciudad, llegando a sumar unos dos millones a lo largo del año. Para comprender lo que esto significó, debemos recordar que Roma contaba con unos 20.000 habitantes, lo que significa que la población de la ciudad se multiplicó. De hecho, se tuvo que abrir en la muralla una nueva puerta de acceso a la ciudad y se construyeron graneros para alimentar a los visitantes. Dante Alighieri cuenta en la «Divina Comedia» que, debido a la gran afluencia de peregrinos a Roma, fue necesario reglamentar la marcha de los carros y de los peatones al cruzar el puente del «Castel Sant’Angelo». (Recordemos que, de los antiguos puentes de la ciudad, solo quedaban en pie los que cruzan la «Isla Tiberina» hacia el Trastévere y el del «Castel Sant’Angelo» hacia la zona del Vaticano). Nos encontramos ante una de las más antiguas normativas para regular el tráfico. En la basílica de San Juan de Letrán se conserva un fresco pintado por Giotto para la ocasión.

2. 1350. En 1347, el papa Clemente VI convocó el segundo año santo de la Iglesia católica mediante la publicación de la bula «Unigénitus». La anticipación en el plazo establecido en su día por Bonifacio VIII se debió a la petición del pueblo romano, asolado por la Peste Negra y devastado por un terremoto. Este año santo se celebró con la ausencia tanto del papa como de la curia pontificia, que tenían su sede en la ciudad francesa de Aviñón. La guerra de los 100 años en Europa y las terribles epidemias de peste, suscitaron un espíritu profundamente penitencial entre los peregrinos, que llegaron masivamente a Roma, buscando consuelo espiritual y esperanza, superando el millón y medio. Entre ellos destacan santa Brígida de Suecia y el poeta italiano Petrarca. Se estableció que un intervalo de 50 años entre jubileos era más adecuado para hacer posible que, teniendo en cuenta la esperanza de vida de la época, cada generación pudiera celebrar un año santo. En la lista de basílicas a visitar se agregó la de San Juan de Letrán a las de San Pedro en el Vaticano y San Pablo Extramuros.

3. 1390. El papa Urbano VI convocó, con diez años de antelación a la fecha prevista, el tercer año santo mediante la publicación de la bula «Salvador noster», en la que establecía que el intervalo en años jubilares debía reducirse a 33 años, en recuerdo y homenaje a la edad de Jesucristo al morir en la cruz. Se añadió Santa María la Mayor a la relación de basílicas a visitar. Lo celebró su sucesor Bonifacio IX. Los escritos de 1390 hacen referencia por primera vez al rito de apertura de la puerta santa en la basílica de San Juan de Letrán. El cambio de los plazos entre años santos provocó que en el año 1400 confluyera en Roma un gran número de peregrinos creyendo que se había convocado el correspondiente año jubilar tras el de 1350. Ello obligó al papa a conceder una indulgencia plenaria de modo extraordinario.

4. 1423. Convocado por Martín V cumpliendo el nuevo plazo de 33 años establecido en 1390. Por primera vez, los testimonios indican que los peregrinos llegados a Roma desde el extranjero fueron más numerosos que los provenientes de las regiones de Italia.

5. 1450. Nicolás V vuelve a cambiar la periodicidad entre años santos, retornando al intervalo de 50 años. La afluencia de peregrinos fue tanta, que los textos de la época dicen que las calles de Roma parecían hormigueros, donde las muchedumbres iban y venían de día y de noche. La constante afluencia de peregrinos y las malas condiciones higiénicas provocaron una epidemia de peste. Además, unas 200 personas murieron aplastadas por la avalancha de gente que pretendía cruzar a la vez el puente frente a Castel Sant’Angelo el 24 de diciembre, lo que conllevó la decisión de construir un nuevo puente sobre el Tíber para unir las dos partes de la ciudad de Roma: el famoso «Puente Sixto», que se inauguró con la apertura del siguiente jubileo (el primer gran puente construido desde el siglo IV). Además, se proyectaron numerosas obras de reforma en la ciudad, con vistas al siguiente jubileo. El beato Angélico realizó algunas pinturas en la iglesia de Santa María sopra Minerva de Roma y en los palacios apostólicos del Vaticano para el jubileo.

6. 1475. El plazo de 50 años, reestablecido el anterior año jubilar, es nuevamente cambiado por el papa Pablo II que, mediante la publicación de la bula «Inefabilis providentia», fijó el nuevo, y hasta ahora definitivo, plazo de 25 años. La imprenta se había inventado hacía poco y se imprimió la bula de convocatoria, que se envió a todo el mundo cristiano. También se imprimieron las primeras guías turísticas de la historia, con una descripción de los monumentos de la Ciudad Eterna. Roma se vio totalmente transformada: se restauraron numerosas iglesias, se arreglaron las calles, se abrieron fuentes, se fundó el hospital del Espíritu Santo en Sassia para los peregrinos, se inauguraron la Biblioteca Vaticana y la Capilla Sixtina… El desbordamiento del río Tíber, que obligó a Sixto IV a abandonar Roma, provocó que el jubileo se retrasara hasta el año 1476 con una escasa afluencia de peregrinos.

7. 1500. Decretado y celebrado bajo el pontificado de Alejandro VI (el español papa Borja). Se renovó todo el ceremonial y se fijaron los ritos de apertura y clausura de las puertas santas en las basílicas patriarcales, con sus correspondientes martillos y paletas artísticamente trabajados. Estableció que el resto del tiempo permanecieran tapiadas y que durante el año santo estuvieran abiertas de día y de noche, custodiadas por cuatro clérigos cada una. Miguel Ángel Buonarroti se encontraba tan mayor que obtuvo un permiso del papa para recorrer las basílicas a caballo, en lugar de a pie.

8. 1525. Decretado y celebrado bajo el papado de Clemente VII. Marcado por la división de la Iglesia a causa de la Reforma protestante. Supuso la plena toma de conciencia de la necesidad de una gran reforma de la Iglesia católica, que se llevó a cabo con el concilio de Trento.

9. 1550. Decretado por Pablo III se celebró bajo el pontificado de Julio III. San Felipe Neri fundó la cofradía de la Trinidad, para atender a los peregrinos pobres y enfermos, y generalizó la visita a las 7 iglesias, que se realizaba en dos días: San Pedro en el Vaticano, San Pablo extramuros, San Sebastián en las catacumbas, San Juan de Letrán, Santa Cruz de Jerusalén, San Lorenzo extramuros y Santa María la Mayor. En este jubileo participó san Ignacio de Loyola y se decidió reabrir el concilio de Trento.

10. 1575. Decretado y celebrado bajo el papado de Gregorio XIII. Marca el inicio de una nueva época. En Roma se abrieron iglesias nacionales, casas de acogida y hospitales para los peregrinos de los países católicos. Numerosos predicadores y penitenciarios se turnaban en los templos de la ciudad. Las solemnes celebraciones litúrgicas y procesiones se sucedieron durante todo el año, animadas por las varias cofradías de fieles que se fundaron para la ocasión. La población de Roma había crecido hasta los 80.000 habitantes, pero eran tantos los fieles que se acercaron a la ciudad (más de 400.000), que hubo de reducirse el tiempo que se les acogía en ella a tres días. San Carlos Borromeo visitó las basílicas caminando con los pies descalzos y rechazando los honores y regalos que le ofrecían por los caminos. Por primera vez se acuñaron medallas conmemorativas. Muchas calles de la ciudad se empedraron y se mejoraron otras infraestructuras.

11. 1600. Decretado y celebrado bajo el papado de Clemente VIII, que llevaba personalmente la comunión a los enfermos, subía de rodillas la «escala santa» junto al Laterano, lavaba los pies a peregrinos, comía cada día con doce pobres y pasaba las noches en oración con los peregrinos, dentro de la basílica de San Pedro. Por la calle reconocieron que un humilde peregrino, vestido con un saco, era el cardenal Andrés de Austria, sobrino del emperador. Conducido al palacio pontificio, se enfermó y murió entre los brazos del papa. Al menos tres millones de peregrinos visitaron la ciudad.

12. 1625. Decretado y celebrado bajo el papado de Urbano VIII. Se inaugura el interior de la basílica de San Pedro, totalmente renovada. Delante de cada basílica se colocó un obelisco, coronado con un lignum crucis. La ciudad se llenó de plazas y fuentes. La peste hizo que el flujo de peregrinos se redujera a medio millón, pero el papa permitió que las monjas de clausura, los enfermos y encarcelados pudieran gozar de la indulgencia jubilar sin visitar Roma.

13. 1650. Decretado y celebrado bajo el papado de Inocencio X. Borromini renueva San Juan de Letrán y se construyen numerosas iglesias y conventos. Unos 700.000 peregrinos visitaron Roma.

14. 1675. Decretado y celebrado bajo el papado de Clemente X. Se inaugura la columnata de Bernini en la plaza de San Pedro en el Vaticano. La reina Cristina de Suecia, convertida al catolicismo, se desplazó a Roma y patrocinó durante todo el año jubilar numerosas iniciativas devocionales y caritativas, que suscitaron una generosa colaboración en el pueblo romano. En torno a un millón y medio de peregrinos visitaron la ciudad de Roma.

15. 1700. Decretado y comenzado por Inocencio XII y concluido por Clemente XI. Los jubileos de este siglo se caracterizaron más por los fastos externos que se celebraron en Roma, que por la dimensión espiritual, aunque no hay duda de que muchos peregrinos acudieron a la ciudad con un alto sentimiento religioso y se encontraron con la gracia de Dios.

16. 1725. Decretado y celebrado bajo el papado de Benedicto XIII. Se inauguró la escalinata de la iglesia de la Trinidad del Monte, en la plaza España. El papa convocó un sínodo diocesano para suscitar la espiritualidad del clero local y su colaboración en el servicio a los peregrinos.

17. 1750. Decretado y celebrado bajo el pontificado de Benedicto XIV, que aprovecha la ocasión para dictar leyes a favor de los pobres y para crear instituciones de ayuda a los más desvalidos. Se inicia la tradición de rezar el Vía Crucis en el Coliseo, donde el papa sigue presidiéndolo cada Viernes Santo. Por primera vez se tiene constancia de grupos de peregrinos organizados desde Egipto, Armenia y Las Antillas (las islas del Caribe).

18. 1775. Decretado por Clemente XIV y celebrado por Pío VI. Se reorganizó el museo vaticano.

19. 1825. El año santo de 1800 no pudo celebrarse por las persecuciones anticatólicas de la Revolución Francesa, primero, y de Napoleón, después. A la muerte del papa Pío VII en el exilio, es elegido León XII, que decretó y celebró el año santo de 1825. Los fieles católicos se volcaron en muestras de apoyo al papa y las peregrinaciones organizadas desde las diócesis se multiplicaron, llegando a Roma medio millón de peregrinos. La Plaza del Popolo se remodeló para la ocasión, adquiriendo la fisonomía actual.

20. 1875. El jubileo de 1850 no se celebró debido a la inestabilidad política en Europa, derivada de las revoluciones sufridas en el año 1848. El de 1875, convocado y celebrado por Pío IX, no tuvo gran solemnidad debido a que el papa se encontraba retenido en el Vaticano por los revolucionarios italianos. Al no poder salir de los palacios apostólicos, no hubo apertura de las puertas santas ni celebraciones papales fuera del Vaticano. Por primera vez, el papa decretó que para ganar el jubileo no era necesario acudir a Roma. Se podía ganar en cada país, cumpliendo las normas acostumbradas.

21. 1900. Decretado y celebrado bajo el papado de León XIII, que contaba 90 años. Para contrarrestar las numerosas publicaciones anticatólicas auspiciadas por la masonería y las leyes italianas, que confiscaron los bienes de la Iglesia, los católicos de todo el mundo se volcaron en apoyos al papa. Una colecta entre los obispos de todo el mundo sirvió para enviarle un martillo de oro y otros objetos preciosos para las ceremonias jubilares. Por primera vez, decenas de miles de católicos americanos viajaron a Roma a ganar el Jubileo. También por primera vez, el medio más usado para llegar a Roma fue el tren. Con motivo del año santo, se elevaron numerosas cruces en lo alto de las montañas de todo el mundo.

22. 1925. Decretado y celebrado bajo el papado de Pío XI como un año santo especialmente misionero. Se canoniza a santa Teresita del Niño Jesús, se aprueban varias congregaciones misioneras y se impulsa la apertura de nuevas presencias católicas en países de misión, especialmente conventos de contemplativas. Se consagran numerosos obispos destinados a África y Asia y se organiza en Roma una gran exposición misionera con más de 100.000 objetos llegados de todo el mundo que, con el tiempo, dará lugar al museo etnológico-misionero del Vaticano. El mismo papa decreta dos jubileos extraordinarios en 1929 y 1933 (en este último acudieron a Roma más de dos millones de peregrinos).

23. 1950. Decretado y celebrado bajo el papado de Pío XII. Unos tres millones y medio de personas provenientes de todos los países del mundo visitan Roma. Durante el año jubilar, el papa proclama solemnemente el dogma de la Asunción de María a los cielos y reformó el colegio cardenalicio, reduciendo la presencia de italianos y abriéndolo a representantes de otros países católicos. Por primera vez, la apertura se transmitió por la radio y el acontecimiento se acompañó de incontables publicaciones, ediciones de sellos, estampas, postales, medallas conmemorativas y objetos devocionales de recuerdo.

24. 1975. Decretado y celebrado bajo el papado de Pablo VI, tras largas y dolorosas deliberaciones. Primer jubileo tras el Concilio Vaticano II. Participaron más de diez millones de peregrinos. Por primera vez, la apertura y la clausura se retransmitieron por televisión a todo el mundo. Se celebró con gran alegría de los fieles sencillos y con una frontal oposición de grupos disidentes que, en el seno del catolicismo, comenzaban a surgir y que atacaban las tradiciones de la Iglesia y los fundamentos de la fe y de la moral cristianas, sembrando la confusión entre los fieles. Se levantaron las excomuniones entre los católicos y los ortodoxos y el patriarca de Alejandría participó en las celebraciones romanas.

25. 2000. Decretado y celebrado bajo el pontificado de Juan Pablo II, que ya había convocado un año santo extraordinario de la redención en 1983 y un año santo mariano en 1988. Tuvo un éxito de participantes sin precedentes en todos sus actos. Celebrado al mismo tiempo en Roma, en Tierra Santa y en todas las Iglesias locales, se acompañó de encuentros para niños, jóvenes, deportistas, políticos, familias, artistas, nuevos movimientos… preparando a la Iglesia para entrar en el nuevo milenio. En el jubileo de los jóvenes participaron más de dos millones. Los documentos del papa reafirmaron con firmeza la perenne actualidad del evangelio y de las prácticas tradicionales de fe y de piedad. También se realizaron numerosas iniciativas sociales, encaminadas a ayudar a los más desfavorecidos.

26. 2025. Jubileo de la esperanza. En la bula de convocatoria, titulada «Spes non confundit» («La esperanza no defrauda»), el papa manifiesta su deseo de que este año «pueda ser para todos un momento de encuentro vivo y personal con el Señor Jesús, “puerta” de salvación (cf. Jn 10,7.9); con él, a quien la Iglesia tiene la misión de anunciar siempre, en todas partes y a todos como “nuestra esperanza” (1Tim 1,1)». En otro documento afirma que «la dimensión espiritual del Jubileo, que nos invita a la conversión, debe unirse a algunos aspectos fundamentales de la vida social, para formar un conjunto coherente», subrayando «la contemplación de la belleza de la creación y el cuidado de nuestra casa común», «recuperar el sentido de la fraternidad universal», siendo sensibles ante el sufrimiento de los pobres y de los refugiados. (Carta a monseñor Rino Fisichella para el jubileo 2025).

En algunos lugares particulares, como en Santiago de Compostela, Santo Toribio de Liébana y Caravaca de la Cruz, también se celebran jubileos ordinarios cada 7 años.

Los «JUBILEOS EXTRAORDINARIOS» pueden ser convocados por el papa para toda la Iglesia universal (año santo de la redención de 1983, año santo mariano de 1988, año santo del rosario de 2003, año santo de la misericordia de 2015) o pueden ser convocados por el papa o por el obispo de una diócesis para una familia religiosa o una ciudad o un santuario, con motivo de la celebración de un aniversario importante.

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