En el trabajo de cada día,
como vivías y amabas tú,
queremos, Madre, servir amando,
viviendo siempre junto a Jesús. (2)
En el silencio de aquella aldea,
la casa humilde de Nazaret,
se va empapando de tu ternura,
de tu trabajo, de amor y fe.
Tú te afanabas, como mi madre,
en mil trabajos que da el hogar,
mujer humilde de hermosas manos,
encallecidas de trabajar.
Dios quiso honrarte, como a ninguna,
con mil encantos enriquecer;
te hizo humilde, de gracia llena,
trabajadora te quiso hacer.
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