El 5 de agosto se celebra la fiesta de la dedicación de la basílica de santa María la Mayor de Roma. Con tal motivo, María es invocada y celebrada con muchos títulos: santa María de las Nieves en Roma, Nuestra Señora de África en Ceuta, Santa María de Ibiza en las islas Baleares, Santa María la Blanca en Vitoria, Santa María del Remedio en Alicante...
A la Virgen María se la representa de muchas maneras, pero una de las más antiguas es la que se conserva en la "capilla Borghese" de la basílica romana de santa María la Mayor.
Una leyenda medieval afirma que fue pintada por san Lucas sobre la madera de una mesa que hizo Jesús en su juventud y fue usada durante la última cena. Más tarde, la habría encontrado santa Elena en el siglo IV en Jerusalén y desde allí la habría llevado a Roma.
La verdad es que es un icono bizantino regalado a la basílica el año 590 por el papa san Gregorio Magno, aunque es más antigua.
Una réplica del icono acompaña la cruz de los jóvenes en las jornadas mundiales de la juventud.
El papa Francisco siempre lleva a su altar un ramo de flores antes de iniciar un viaje fuera de Roma y otro a su regreso. Recordemos algunas palabras suyas ante este venerable icono:
Hoy estamos aquí ante María. Hemos rezado bajo su guía maternal para que nos conduzca a estar cada vez más unidos a su Hijo Jesús, le hemos traído nuestras alegrías y nuestros sufrimientos, nuestras esperanzas y nuestras dificultades, la hemos invocado con la bella advocación de "Salus Populi Romani", pidiendo para todos nosotros, para Roma y para el mundo que nos done la salud. Sí, porque María nos da la salud, es nuestra salud.
Jesucristo, con su pasión, muerte y resurrección, nos trae la salvación, nos dona la gracia y la alegría de ser hijos de Dios, de llamarlo en verdad con el nombre de Padre. María es madre y una madre se preocupa sobre todo por la salud de sus hijos, sabe cuidarla siempre con amor grande y tierno. La Virgen custodia nuestra salud. ¿Qué quiere decir esto? Pienso sobre todo en tres aspectos: nos ayuda a crecer, a afrontar la vida, a ser libres.
Toda la existencia de María es un himno a la vida, un himno de amor a la vida: ha generado a Jesús en la carne y ha acompañado el nacimiento de la Iglesia en el calvario y en el cenáculo.
La Salus Populi Romani es la mamá que nos dona la salud en el crecimiento, para afrontar y superar los problemas, en hacernos libres para las opciones definitivas; la mamá que nos enseña a ser fecundos, a estar abiertos a la vida y a ser cada vez más fecundos en el bien, en la alegría, en la esperanza, a no perder jamás la esperanza, a donar vida a los demás, vida física y espiritual.
Es lo que te pedimos hoy, María, Salus Populi Romani, para el pueblo de Roma y para todos los cristianos: danos la salud que solo tú puedes darnos, para ser siempre signos e instrumentos de vida.
Vista de la capilla, desde el exterior, con la impresionante reja.
Lado izquierdo del crucero de la capilla, con el monumento a Paulo V, que mandó hacer esta capilla. Obra de Flaminio Ponzio entre 1606 y 1615.
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