Hermosa paráfrasis de uno de los textos más conocidos de san Agustín.
Tarde te amé, Belleza infinita, tarde te amé, tarde te amé,
Belleza siempre antigua y siempre nueva.
Y supe, Señor, que estabas en mi alma y yo estaba fuera.
Así te buscaba, mirando la belleza de lo creado.
Tarde te amé, Belleza infinita, tarde te amé, tarde te amé,
Belleza siempre antigua y siempre nueva.
Señor, tú me llamaste, tu voz a mi llegó, curando mi sordera.
Con tu luz brillaste, cambiando mi ceguera en un resplandor.
Tarde te amé, Belleza infinita, tarde te amé, tarde te amé,
Belleza siempre antigua y siempre nueva.
Tú estabas conmigo, mas yo buscaba fuera y no te encontraba.
Era un prisionero de tus criaturas lejos de ti.
Tarde te amé, Belleza infinita, tarde te amé, tarde te amé,
Belleza siempre antigua y siempre nueva.
Hasta mí ha llegado el aroma de tu gracia, por fin respiré.
Señor, yo te he gustado, siento hambre y sed, ansío tu paz.
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