Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

sábado, 8 de febrero de 2025

Desde ahora serás pescador de hombres. Domingo 5 del Tiempo Ordinario, ciclo c


En el evangelio de este domingo se habla de la pesca milagrosa, tan numerosa que «casi se hundían las barcas». Esto le sirve al evangelista para recordar que Jesús dijo a Pedro: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres».

En relación con este argumento, recordemos que hemos cantado muchas veces eso de: «Tú has venido a la orilla, no has buscado ni a sabios ni a ricos, tan solo quieres que yo te siga. Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre...»

Lo cantamos, pero quizás pensamos que Jesús miró a los ojos y llamó por su nombre a los doce o a los otros discípulos y discípulas de hace dos mil años, pero eso sucedió hace mucho tiempo.

Quizás aceptemos que él sigue llamando a algunos (pocos) para que se hagan frailes o religiosas o curas o diáconos. Pero eso no va con nosotros.

Sin embargo, Jesús nos mira y nos llama a todos. Él conoce lo que hay en mi corazón: mis buenos deseos y mis pecados. Se interesa por todo lo mío: mis alegrías y mis tristezas, mis logros y mis fracasos. Y cuenta conmigo, contigo, con cada uno de nosotros.

«Y, dejándolo todo, lo siguieron». Así concluye el evangelio de este domingo. Y estas palabras no son solo el testimonio de algo que sucedió en el pasado. Son también una invitación para que yo haga lo mismo.

Todos estamos invitados a dejarlo todo, a poner las cosas y los quereres y todo lo demás en un segundo lugar, y a seguir a Jesús, a colaborar con él, a ser pescadores de hombres. Cada uno según sus propias capacidades y su estado de vida, pero todos llamados a ayudar a Jesús en la extensión de su reino.

Todos podemos decir, como san Pedro: «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador». Llama a otro, búscate otros colaboradores que sean mejores, más capaces, más dignos.

Pero él se fija en mí y en ti, a pesar de nuestras incapacidades. No todos sirven para ser alcaldes o médicos o escultores o bailarines. Pero todos servimos para seguir a Jesús, para ser sus amigos y colaboradores, para ser testigos de su amor ante el mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario