Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

domingo, 7 de febrero de 2016

Desde ahora serás pescador de hombres


En el evangelio de hoy se habla de la pesca milagrosa, tan numerosa que «casi se hundían las barcas». Esto le sirve al evangelista para recordar que Jesús dijo a Pedro: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres».

En relación con este argumento, recordemos que hemos cantado muchas veces eso de: «Tú has venido a la orilla, no has buscado ni a sabios ni a ricos, tan solo quieres que yo te siga. Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre...»

Lo cantamos, pero quizás pensamos que Jesús miró a los ojos y llamó por su nombre a los doce o a los otros discípulos y discípulas de hace dos mil años, pero eso sucedió hace mucho tiempo.

Quizás aceptemos que él sigue llamando a algunos (pocos) para que se hagan frailes o religiosas o curas o diáconos. Pero eso no va con nosotros.

Sin embargo, Jesús nos mira y nos llama a todos. Él conoce lo que hay en mi corazón: mis buenos deseos y mis pecados. Se interesa por todo lo mío: mis alegrías y mis tristezas, mis logros y mis fracasos. Y cuenta conmigo, contigo, con cada uno de nosotros.

«Y, dejándolo todo, lo siguieron». Así concluye el evangelio de este domingo. Y estas palabras no son solo el testimonio de algo que sucedió en el pasado. Son también una invitación para que yo haga lo mismo.

Todos estamos invitados a dejarlo todo, a poner las cosas y los quereres y todo lo demás en un segundo lugar, y a seguir a Jesús, a colaborar con él, a ser pescadores de hombres. Cada uno según sus propias capacidades y su estado de vida, pero todos llamados a ayudar a Jesús en la extensión de su reino.

Todos podemos decir, como san Pedro: «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador». Llama a otro, búscate otros colaboradores que sean mejores, más capaces, más dignos.

Pero él se fija en mí y en ti, a pesar de nuestras incapacidades. No todos sirven para ser alcaldes o médicos o escultores o bailarines. Pero todos servimos para seguir a Jesús, para ser sus amigos y colaboradores, para ser testigos de su amor ante el mundo.

Comenté este evangelio de otra manera, pero con ideas parecidas en esta entrada titulada «Jesús cuenta conmigo». Quien lo desee puede consultarla haciendo un click encima con el botón izquierdo del ratón. ¡Feliz domingo a todos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario