Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

lunes, 3 de febrero de 2025

¿Qué es educar?

Etimológicamente, el verbo «educar» proviene de dos verbos en latín, que reflejan dos dimensiones complementarias del acto educativo:


1. «Educere»: Significa ‘sacar del interior’. Esta raíz enfatiza la idea de que cada individuo tiene un potencial, talentos, capacidades y valores que hay que descubrir para desarrollarlos y que puedan dar fruto. Desde esta perspectiva, el rol del educador no es simplemente transmitir conocimientos al educando, sino ayudarle a descubrir sus capacidades y guiarlo para ayudarle a madurar, de manera que construya su propia identidad y propósito en el mundo, aportando algo positivo a la sociedad.

2. «Educare»: Significa ‘alimentar’, ‘nutrir’ o ‘guiar’. Esta raíz subraya la tarea de cuidar, proporcionar conocimientos, herramientas, recursos y orientación para que el educando pueda crecer, no solo intelectualmente, sino también en el ámbito emocional, social, ético y espiritual. En este sentido, el acto de educar es un acompañamiento constante, un sostén que fomenta el desarrollo integral de la persona.

Educar es más que enseñar. Si bien la enseñanza (la transmisión de conocimientos, habilidades o técnicas) es una parte fundamental del proceso educativo, educar trasciende este aspecto mecánico o técnico. Educar es ayudar a ser personas, a reconocer y aceptar las propias limitaciones y a desarrollar los propios talentos, las propias potencialidades. También a reconocer y aceptar a los demás con sus limitaciones y capacidades específicas. Esto implica:

• Formar personas integrales: Educar es ayudar a los individuos a convertirse en seres autónomos, reflexivos, críticos, capaces de reconocer sus propias limitaciones, aceptar sus desafíos y valorar sus fortalezas. En este aspecto, la formación espiritual es fundamental.

• Promover el crecimiento personal: Guiar a alguien a descubrir y desarrollar sus talentos y potencialidades implica trabajar no solo en lo que la persona sabe o hace, sino en lo que puede llegar a ser.

• Humanizar: Educar está íntimamente relacionado con valores como el respeto, la empatía, la justicia y la solidaridad. Es un proceso que busca «humanizar» a las personas, orientarlas hacia el bien común y ayudarlas a vivir en armonía consigo mismas y con los demás.

• Fomentar la autonomía y el pensamiento crítico: El educador no solo proporciona conocimientos, sino que inspira al educando a cuestionar, reflexionar y tomar decisiones conscientes. Esto lo prepara para ser un ciudadano activo y comprometido con la sociedad.

• Crear vínculos y experiencias: La educación se basa en relaciones humanas significativas. Los vínculos entre educador y educando son fundamentales para generar un ambiente de confianza, respeto y colaboración que permita un crecimiento genuino.

Educar, por tanto, prepara a la gente para desarrollar metas y cumplir roles en la sociedad (obtener un título o un empleo), pero no se limita a eso. Es un proceso transformador, que impulsa a cada persona a alcanzar su plenitud en todas las dimensiones de su existencia: personal, social, cultural y trascendental.

La educación no es solo un medio para adquirir conocimientos, sino un proceso integral que busca formar personas realizadas, felices, libres, responsables y capaces de transformar su entorno.

En síntesis, educar implica tanto sacar lo mejor del interior de cada persona («educere») como nutrirla con el conocimiento, los valores y el acompañamiento necesarios («educare»). Es un acto profundamente humano, que requiere amor, paciencia, empatía y compromiso con el desarrollo integral de quienes están siendo educados.

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