El cuadro del pintor español Arístides Artal, nacido en 1970 en Zaragoza, aunque criado en Vigo y residente en Sevilla, representa una escena de vida cotidiana en El taller de José.
Es el plan salvífico de Dios, que se manifiesta a los pobres de Yavé, de tal manera que solo los sencillos de corazón se dan cuenta.
Desde el principio, Jesús es el siervo de Yavé descrito por el profeta Isaías, que asume nuestra condición, nuestras limitaciones, nuestros dolores.
Los evangelios nos enseñan que Jesús tuvo que crecer en sabiduría, en estatura y en gracia (cf. Lc 2,52), en su dimensión humana y en su relación con Dios.
Esto nos muestra el realismo de la encarnación, ya que el hijo de Dios se hizo verdaderamente uno de nosotros, «en todo exactamente como nosotros, excepto en el pecado» (Heb 4, 15).
La salvación no nos llega por medio de las maravillosas fantasías que los hombres habrían deseado, sino en la vida semejante a la nuestra, de Jesús de Nazaret.
En el taller de José, la gracia de Dios se hizo presente en el trabajo cotidiano, en la vida familiar y en las relaciones de vecindad.
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