sábado, 26 de febrero de 2022
De lo que abunda en el corazón, habla la boca
El evangelio del domingo 8 del Tiempo Ordinario, ciclo "c", recoge algunas enseñanzas de Jesús sobre lo importante que es ser honesto, juzgando seriamente el propio comportamiento, antes que el de los demás. Se puede resumir en la frase: "¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?"
La primera lectura, del libro del Eclesiástico, también nos dice que no hagamos juicios rápidos de los demás sin escuchar antes sus explicaciones.
Después de escuchar el domingo pasado la invitación a perdonar a los que nos ofenden y a amar incluso a los enemigos, hoy se nos pide que nos examinemos a nosotros mismos antes de juzgar a los demás: ¿de verdad soy yo tan buen cristiano que puedo permitirme juzgar a los otros?
Si no soy capaz de tratar a los demás con misericordia, es mejor que no juzgue a nadie, que trabaje por mejorar mi vida antes de meterme en la de los demás.
Es fácil darse cuenta de los errores de los demás, pero es bien difícil aceptar que yo no soy perfecto, que aún me falta mucho para ser un cristiano cabal, como Dios espera de mí.
Podemos recordar que, cuando a la madre Teresa de Calcuta le preguntaban: "¿Qué cambiaría usted de la Iglesia?", ella respondía: "Me cambiaría a mí misma, cambiaría mi corazón".
En el evangelio de este domingo, Jesús también enseña que "De lo que abunda en el corazón, habla la boca". Yo debería preguntarme: "¿En qué ocupo mis conversaciones?, ¿de qué hablo normalmente?"
Si comento chismes y me dedico a juzgar a los demás, es una señal de que debo corregirme, debo llenar mi corazón de bondad para hablar de cosas buenas. El Señor, en su misericordia, nos lo conceda. Amén.
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