Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

jueves, 29 de julio de 2021

Santa Marta tiene tren. Canta Celia Cruz


La cubana Celia Cruz canta a la ciudad colombiana de Santa Marta. El grupo argentino "Los Wawancó" hizo muy popular este canto a mediados del siglo XX. Quienes conozcan la versión original recordarán que dice que las mujeres bogotanas no saben besar y que las argentinas, sí. Muchos músicos famosos retomaron la canción y cada uno adaptó la letra y la música para hacerla agradable a su público.

El origen de este canto está en el siglo XIX, cuando un rico terrateniente llevó una maquinaria de tren desde Europa para trasladar la caña de azúcar desde su plantación hasta el puerto, pero las obras para preparar las vías (el "train via", que en la canción terminó convirtiéndose en "tranvía") fueron difíciles y se prolongaron mucho tiempo. Por eso, se decía con ironía que Santa Marta tenía tren, pero sin vías para hacerlo funcionar.

Recojo hoy este canto porque es la fiesta de santa Marta y, durante mi infancia, mi familia siempre lo cantaba en este día.

Si no se les abre el vídeo, lo pueden encontrar en este enlace:

La letra que canta Celia Cruz dice:

Santa Marta tiene tren, pero no tiene tranvía.
Si no fuera por las olas, ¡caramba! Santa Marta moriría.

Santa Marta tiene mar y también tiene montañas.
Y, a pesar de ser caliente, ¡caramba! cuando llegas, tú te amañas, ¡caramba!

La gente de Santa Marta es linda y hospitalaria.

Al llegar a Santa Marta, no dejes de ir a su playa.
Me recibe Acuña Campos, que es amigo y no me falla.

Oye, Colombia, te felicito por tener a Santa Marta, ¡qué linda!

Hay sabor en Barranquilla, Cartagena y Santa Marta.
En Armenia y Medellín, allí se baila hasta el fin.
Antes de llegar a Cali -la capital de la salsa-, pasaré por Santa Marta.
Recuerden: Santa Marta tiene tren, pero no tiene tranvía.

Allí, en Cuba se sabe bailar, se sabe gozar. 
Y a Santa Marta voy a rumbear.

Los bogotanos son campechanos y todo el mundo brinda en su mano.
En Mirandor empecé a cantar y el pueblo entero vino a bailar.

Allí, en Cuba se sabe bailar, se sabe gozar.
Y con esta me despido de todos los samarenses.

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