Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 29 de diciembre de 2023

Iglesia san Juan de Rabanera, Soria

En la última convivencia diocesana, tuve una visita guiada a la parroquia de San Juan de Rabanera. Recojo aquí algunas de las explicaciones sobre la historia y el arte de este bellísimo lugar. La mayoría de las fotos son de Raquel Gil Ropero.

Este templo está dedicado a san Juan evangelista, a diferencia del antiguo monasterio junto al Duero, que está dedicado a san Juan bautista.

Es una de las 35 parroquias que había dentro de las murallas de Soria, más otra extramuros, según el censo de Alfonso X el Sabio, realizado en el año 1270. 

El nombre deriva del lugar de proveniencia de las gentes que ocupaban esta «collación»: los que vinieron entre 1109 y 1119 para la repoblación, tras la reconquista a los moros, aunque no se tiene claro si desde Rabanera del Campo (Soria), Rabanera de Cameros (Logroño) o Rabanera del Pinar (Burgos).

Cada «collación» era barrio de 50 a 100 familias a cargo de un jurado, con parroquia propia. 

En el siglo XIV disminuyó mucho la población a causa de las pestes y guerras, por lo que varias parroquias desaparecieron, quedando absorbidas por otras, que se adaptaron y ampliaron.

El templo de san Juan de Rabanera es del siglo XII, aunque ha sufrido numerosas transformaciones y añadidos a lo largo de los siglos, con grandes restauraciones en 1908 y 1958, que eliminaron capillas, sacristías y el remate de la torre, buscando recuperar las formas primitivas. Por eso, la actual sacristía está situada en la antigua cripta y se accede por una escalera al final del presbiterio.

Lo más llamativo al exterior es el ábside que, en lugar de una ventana en el centro (como es habitual en los templos románicos), tiene dos abiertas y otras cuatro ciegas a los lados, con interesante decoración de botones florales, hojas y otros motivos geométricos. Muchos quieren ver influencias mozárabes y bizantinas en esas decoraciones.

Al interior del amplio presbiterio, tres columnas con capiteles, con tres parejas de pájaros labradas en cada uno de ellos, sujetan los nervios del ábside, compuesto por cuatro tramos gallonados (pequeñas bóvedas dentro de otra mayor, como los gajos de una naranja). En las hornacinas laterales hay esculturas de san Pedro y san Pablo. 

También las dos pilas de agua bendita junto a la entrada son sendos capiteles románicos reutilizados, con tres parejas de pájaros labradas en cada uno.

La portada original está colocada ahora en el muro derecho (frente al palacio de la diputación) y la principal proviene de la iglesia de san Nicolás, que está representado entre otros seis personajes en el tímpano. Los capiteles de la izquierda muestran escenas de la vida de Cristo y los de la derecha, de san Nicolás.

La planta del templo es de cruz latina, con cúpula octogonal sobre trompas en el crucero. Los capiteles de los cuatro arcos torales están decorados con composiciones vegetales y animales reales (aves, leones) y fantásticos (arpías).

Junto a los brazos del crucero, que conservan sendos absidiolos (en uno está el sagrario y en otro una imagen de gran tamaño de san Juan evangelista) y algunos restos de las primitivas pinturas medievales («las tres Marías» o «miróforas», que llevan perfumes al sepulcro), hay dos capillas laterales añadidas en el siglo XV. La torre sobre el crucero es del siglo XVI y las bóvedas de lunetos son del siglo XVIII.

El Cristo del presbiterio es del siglo XIII y proviene del antiguo convento templario de San Polo, junto al río Duero. Una tradición afirma que los musulmanes tenían encerrados en una cilla (un granero semienterrado) a unos prisioneros cristianos. Estos dibujaron en la pared la imagen de un crucificado, ante el que rezaban. Una noche, Cristo se les apareció en sueños, pidiéndoles que tuvieran paciencia y anunciando que pronto acabaría su cautiverio. No se lo creyeron y dijeron que «una cosa es predicar y otra dar trigo». Cuando fueron liberados, la cilla volvió a utilizarse como granero y, milagrosamente, nunca se agotaba el grano por muchos sacos que sacasen. Bajaron al interior de la cilla y descubrieron esta imagen de Cristo donde estuvo el que los prisioneros habían pintado. Jesús les dijo: «¡Cuán olvidado me tenéis, aunque además de predicar os doy trigo!». Entonces trasladaron la imagen a San Polo y más tarde terminó en San Juan de Rabanera.

El retablo plateresco del siglo XVI, que presidía el altar mayor, hoy está en el brazo derecho del crucero. En origen, en el centro había una imagen de san Juan evangelista, pero hoy lo preside una Virgen sedente de gran tamaño, rodeada por pinturas con escenas de la vida de san Juan evangelista entre columnas decoradas con grutescos. En la predela hay esculturas y relieves de santos. Sobre la Virgen hay un tondo que representa de nuevo a María con el Niño Jesús y san Juanito. Lo remata un calvario.

En la iglesia hay algunos retablos más (de santa Rita de Casia, de san Nicolás de Bari) y otros elementos decorativos, entre los que destacan una Virgen gótica en el presbiterio, una pila bautismal plateresca y la gran tabla renacentista del martirio de san Esteban, pintada por Diego de Urbina hacia 1560, que sigue modelos italianos, especialmente de Miguel Ángel (proveniente de la antigua parroquia medieval del mismo nombre).

La tabla del Salvador, colocada sobre una imagen de la Virgen del Pilar de alabastro, parece obra del veneciano Palma el Joven. Un enorme lienzo de la deposición del Señor está firmada por un desconocido Marcellus Valencianus. Hay algunas pinturas y esculturas más, incluido un retrato del busto de san Saturio, patrón de la ciudad, junto a la puerta.

En esta iglesia, el beato Juan de Palafox estableció la «Escuela de Cristo», para el crecimiento espiritual de sacerdotes y seglares, conservándose el libro fundacional y de actas. Por desgracia, la preciosa capilla y la sacristía que levantó como sede fueron hundidas en las obras que realizó el ayuntamiento en 1958 (a pesar del dictamen contrario de la real academia de la historia y de todos los especialistas a los que se consultó). 

Se conserva el bellísimo Cristo del Perdón, tallado el año 1655 por el portugués afincado en Madrid Manuel Pereira, con parte del retablo primitivo, que lo enmarca. También un retrato del prelado, en el que se especifica en latín que corresponde a «Juan de Palafox y Mendoza, que aquí fundó la escuela de Cristo».

Gerardo Diego cantó a esta bella iglesia medieval, diciendo que querría robarla para llevarla consigo, ya que se encontraba a gusto en este templo a medida humana, pequeño y recogido:

Es San Juan de Rabanera
mi joya codiciadera.

Soria mía en ella apura
su más clara arquitectura.

Primorosa, rubia, exenta,
cuentos de siglos me cuenta.

Pisen otros catedrales,
hormigas de sus umbrales,
que yo inscribo mi estatura
en tan humana estructura.

Ni grande así, ni pequeño,
piloto en la nave sueño.
Única, airosa, la nave
navega, ancorada y suave.

Ay, San Juan de Rabanera,
si yo robarte pudiera,
como a árbol con sus raíces
y sus pájaros felices,
dando la vuelta, sin prisa,
a tu ábside.

Ay, San Juan de mis endechas,
San Juan de mis aleluyas.

La hermosa fachada del siglo XII, trasladada en el siglo XX desde la antigua iglesia de san Nicolás.

En el dintel está representado san Nicolás de Bari entre seis personajes enviados por el emperador Constantino con regalos.

El precioso ábside de san Juan, con sus delicadas decoraciones románicas al exterior.

Antigua puerta de entrada, hoy colocada en un lateral.

Pozo junto a la puerta exterior de la sacristía.

El presbiterio de san Juan, con su bóveda "gallonada" en el ábside.

La cúpula sobre trompas en el crucero.

Absidiolo izquierdo, con la imagen del evangelista san Juan, titular de la parroquia.

Absidiolo derecho, con el sagrario.

Pinturas medievales de las mujeres llevando perfumes al sepulcro de Jesús, en la nave derecha del crucero.

Cristo gótico del presbiterio (siglo XIII) y escultura románica de san Pablo (siglo XII) detrás de él.

Escultura románica de san Pedro (siglo XII) en la hornacina izquierda del ábside.

Magnífica talla de la Virgen María, transición del románico al gótico, colocada en el presbiterio. Proviene de la iglesia de Nuestra Señora del Espino. Estuvo depositada en el museo de la concatedral de san Pedro.

Retablo plateresco del siglo XVI, con pinturas que recogen escenas de la vida de san Juan evangelista y una imagen de la Virgen sedente de la misma época en el centro.

Pila bautismal renacentista y algunos relicarios colocados bajo el arcosolio de una antigua sepultura.

Cristo del Perdón, tallado el año 1655 por Manuel Pereira para presidir la escuela de Cristo, fundada allí por el beato Juan de Palafox.

Retablo barroco de san Nicolás (siglo XVIII) con dos imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María de principios del siglo XX.

Retablo barroco de santa Rita en una capilla lateral.

Tabla renacentista del martirio de san Esteban, pintada por Diego de Urbina hacia 1560, siguiendo modelos italianos. 

El Salvador, pintura sobre tabla del veneciano Palma el Joven.

Deposición de Cristo en el sepulcro, pintada por Marcellus Valencianus.

Calvario ofrecido como exvoto. En la cartela está la inscripción con el nombre de los donantes y la fecha: 1684.

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