Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

sábado, 13 de diciembre de 2025

"Introito" con música gregoriana para el domingo tercero de Adviento


En medio del Adviento, tiempo de espera y purificación, irrumpe un domingo singular: el domingo de Gaudete. Su introito «Gaudete in Domino Semper» (Alegraos siempre en el Señor) no es una súplica ni una profecía, sino una invitación, un mandato gozoso. La Iglesia, con las palabras de san Pablo, ordena al creyente alegrarse: no una vez, sino siempre; y, para que no haya duda, insiste: «iterum dico, gaudete» (os lo repito, alegraos).

El canto gregoriano expresa esta alegría con una combinación muy particular de ligereza y solemnidad. La melodía (tradicionalmente del modo VI) es clara y diáfana, pero nunca estridente: asciende con ímpetu contenido en la palabra «Gaudete», y enseguida se aquieta, como si quisiera recordar que el gozo cristiano no es un arrebato emocional, sino un fruto del Espíritu, sereno y profundo.

La reiteración paulina «Iterum dico, gaudete» es subrayada por una línea melódica que retoma y varía el motivo inicial. El gregoriano, siempre sobrio, evita lo excesivo: su manera de insistir es la reiteración suave, una luz que se expande sin deslumbrar. El resultado es un canto de alegría honda, no ruidosa, sino contemplativa.

La clave del texto se halla en la frase que sigue: «Dominus enim prope est» (El Señor está cerca). La melodía se vuelve aquí más firme y asentada, como si marcara el fundamento del gozo cristiano: no estamos solos. El Adviento se ilumina desde esta convicción: el Dios que esperamos está cerca en el tiempo (su llegada es inminente, su presencia roza ya nuestra historia) y cerca en el espacio (está con nosotros, a nuestro lado).

En «Modestia vestra nota sit omnibus hominibus» (Que vuestra mesura la conozca todo el mundo), el canto hace descender su energía: de la expansión inicial del gozo se pasa a un tono más suave y recogido. La “modestia” o “mesura” que Pablo pide se refleja en la musicalidad sobria y equilibrada del gregoriano. La verdadera alegría cristiana no es estridente: se muestra en la moderación y la mansedumbre, no en el exceso.

El pasaje final «Nihil solliciti sitis…» (Nada os preocupe…) introduce un nuevo matiz. La melodía se inclina hacia un fraseo más silábico y confiado, casi como un discurso pastoral. La preocupación se disipa no porque la vida sea sencilla, sino porque el creyente encuentra en la oración un lugar de descanso. El gregoriano subraya este tránsito hacia la paz interior mediante frases breves, transparentes, que fluyen con naturalidad.

El cierre del introito, que invita a presentar a Dios las peticiones «con acción de gracias», recupera el tono fundamental: la confianza en un Dios cercano. Melódicamente supone un retorno a la claridad inicial del modo: es la alegría que madura en gratitud.

Este introito es, en cierto sentido, la primera luz de la Navidad. No anula la espera, pero la ilumina con una certeza. La música no es exuberante, pero comunica una alegría gestada en la intimidad, una alegría que sabe que la cercanía del Señor es la raíz de toda paz. Por eso este canto es uno de los más característicos del Adviento: une el anuncio, la exhortación y la contemplación en un mismo movimiento. E.S.M.

El texto está tomado de la carta a los filipenses (Fil 4,4-6) y dice así en latín:

Gaudete in Domino semper. Iterum dico, gaudete. Modestia vestra nota sit omnibus hominibus: Dominus enim prope est. Nihil solliciti sitis: sed in omni oratione et obsecratione cum gratiarum actione petitiones vestræ innotescant apud Deum.

Esta es la traducción al español:

Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario