Este cuadro, pintado por el español Raúl Berzosa, representa a san Juan evangelista, hijo de Zebedeo y de María Salomé, y hermano de Santiago. Su nombre significa en hebreo «el Señor ha dado su gracia», «el Señor concede misericordia». Su fiesta es el 27 de diciembre.
Natural de Betsaida y pescador. Su padre tenía asalariados y poseía – al menos – una barca y redes barrederas.
Primero fue discípulo de Juan Bautista y después de Jesús (Jn 1,35-40), uno de los primeros y el más joven de todos ellos. El maestro le pidió desde la cruz que cuidara de su madre.
Juan formó parte del grupo de los amigos íntimos del Señor. Junto a Pedro y Santiago, estuvo presente cuando Jesús curó a la suegra de Pedro en Cafarnaún, cuando Jesús resucitó a la hija de Jairo, en la transfiguración y en Getsemaní, cuando Jesús sudó gotas de sangre.
Era buen amigo de Pedro, compañero de pesca antes de conocer a Jesús. Juntos recibieron el encargo de preparar el cordero pascual, juntos se trasladaron al sepulcro del Señor cuando las mujeres anunciaron su resurrección, a ambos se dirigió Jesús en su aparición junto al lago, anunciando la muerte de Pedro y la longevidad de Juan. En los Hechos de los apóstoles aparecen juntos en la curación del cojo de nacimiento, ante el sanedrín, viajando a Samaría, etc.
Ocupó un lugar de responsabilidad en la primitiva Iglesia de Jerusalén, hasta el punto de que san Pablo afirma que es una de las «columnas» de esa comunidad.
La tradición lo identifica con «el discípulo amado» (Jn 13,23; 19,26; 20,2; 21,7.20), que reposó su cabeza sobre el pecho de Jesús durante la última cena. También afirma que, en cierto momento, se retiró a la ciudad de Éfeso, donde permaneció hasta su muerte, siendo ya muy anciano.
San Jerónimo dejó escrito que, cuando el evangelista Juan era muy anciano y ya no podía caminar, los cristianos de Éfeso acudían a su casa para escuchar su predicación, que siempre comenzaba de la misma manera: «Hijitos míos, amaos los unos a los otros». Cuando le preguntaban por qué repetía siempre lo mismo, respondía: «Porque ese es el mandamiento que nos dio el Señor cuando se despidió de nosotros, y yo me quiero despedir de vosotros recordándoos las mismas enseñanzas que mi maestro».
Cuando san Ireneo de Lyon fue deportado a Éfeso escribió que él había aprendido las cosas importantes sobre Jesús de Policarpo; quien, a su vez, las había recibido directamente del anciano (el presbítero), que es como llamaban a Juan. En Éfeso se conserva la casa de Juan y de la Virgen.
Su símbolo es un águila, que indica la profundidad de su mirada teológica sobre los acontecimientos. De hecho, en Oriente es llamado Juan «el teólogo».
Pintura del italiano Rodolfo Papa.
Pintura del estadounidense Kurt Wenner.
Icono bizantino pintado por el egipcio Joseph Makram.
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