El México colonial fue un laboratorio de mestizaje de razas y de manifestaciones artísticas. Allí se juntaron Europa, América, África y Asia (no olvidemos que por allí pasaba el comercio con Filipinas y el extremo Oriente).
Los católicos invocamos a la Morenita del Tepeyac, nuestra querida Lupita, la madrecita de Jesús y nuestra, y le pedimos que nos ampare bajo su manto protector.
En 1531, cuando habían pasado solo 10 años desde la llegada de Hernán Cortés a México, nuestra Señora de Guadalupe, la reina de México y emperatriz de las Américas, quiso asumir el rostro mestizo que habían de tener las gentes de esas tierras con el discurrir de los años.
Estos cuadros llenos de color recrean la imagen de la Virgen de Guadalupe, que es el signo de la identidad de México y de la América hispana.
La Virgen de Guadalupe es un icono sagrado y muchos procuran tener una copia "auténtica", con firma del rector del santuario, lo más fiel posible a la original. Al mismo tiempo, es la imagen más recreada de toda América, con versiones siempre nuevas, en continua transformación, manifestando las distintas sensibilidades de los autores que la representan.
En las representaciones contemporáneas de la Virgen de Guadalupe, de brillantes colores, no pueden faltar las rosas y otras flores, así como las aves tropicales y los ángeles revoloteando.
Como la gente acude a la Virgen María en sus necesidades, implorando su ayuda y protección, entre los "chicanos" (estadounidenses de origen mexicano) es muy común la invocación "Virgencita, please, ayúdame".
Hay una marca comercial que se llama precisamente "Virgencita plis", que ofrece representaciones de la Virgen de Guadalupe llenas de alegría y colorido. Sus productos se pueden encontrar en México, Estados Unidos y España, entre otros países. Los ofrecen en llaveros, pegatinas, camisetas y un montón de soportes.
Si un pueblo llena de colores sus vestidos y sus casas, ¿por qué no habría de reflejar su particular idiosincrasia también en el arte religioso?
Podríamos pensar que es una vulgarización y comercialización de un sentimiento religioso, pero también podemos verlo como una adaptación del mismo, que en cada época y lugar adquiere formas de expresión nuevas, como reflejo de la cultura local.
Su imagen también está muy presente en el arte callejero y son numerosos los grafitis que la representan en las calles de México y Estados Unidos.
Incluso en los tatuajes es una imagen mil veces repetida y recreada, como podemos ver en la espalda de este indígena, que adorna su cabeza con una pluma de quetzal.
También son abundantes las representaciones abstractas de la Virgen de Guadalupe, aunque aquí solo recojo un ejemplo.
Felicidades a todas las Lupes, a todos los mexicanos, a todos los mestizos y criollos, a todos los que se sienten hijos de tan preciosa Madre.
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