Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 28 de diciembre de 2018

Oraciones en la fiesta de los Santos Inocentes


El 28 de diciembre se hace memoria del memoria del martirio de los niños de Belén, por orden del rey Herodes. 

Ayer y hoy hay personas que rechazan la luz y hacen daño a los demás. Es un misterio doloroso, pero real. 

A pesar de todo, "una luz brilla en las tinieblas" y yo he decidido seguirla, aunque no sea sencillo.

Mi esperanza está en Cristo, que es más fuerte que el pecado y que la muerte, aunque actúa en la debilidad y respeta nuestra libertad para acogerle o rechazarle.

Tanto al tirano le place 
hacer de su orgullo ley, 
que por deshacer a un Rey 
un millar de reyes hace. 

Hace reyes de excelencia 
con cabezas coronadas, 
pues son coronas logradas 
el martirio y la inocencia. 

Con los niños desvalidos 
hace de su fuerza alarde 
y, como es solo un cobarde, 
no espera a verlos crecidos. 

Por matar a un enemigo 
siembra de sangre Belén, 
y en Belén, casa del trigo, 
no muere un Rey, nacen cien. 

Y así su cólera loca 
no puede implantar su ley, 
pues quiere matar a un Rey 
y corona a cuantos toca. 

La furia del mal así 
no puede vencer jamás, 
pues, cuando me hiere a mí, 
estás tú, Señor, detrás. 

Estás para convertir 
en corona cada muerte, 
para decirnos que el fuerte 
es el que sabe morir. Amén. 

Celebremos la gloria de Cristo, que, sin escuadrones de hombres armados, sino solo con una blanca milicia de niños, venció al tirano, y aclamemos: 
— Te ensalza, Señor, el blanco ejército de los mártires. 

Cristo, de quien los Inocentes, no de palabra, sino con su sangre, dieron testimonio, 
— concédenos confesarte, de palabra y de obra, ante los hombres. 

Tú que hiciste dignos del laurel de la victoria a los que aún no estaban preparados para la lucha 
— no nos dejes caer a los que hemos recibido tanta ayuda para vencer. 

Tú que lavaste con tu sangre los vestidos de los Inocentes, 
— líbranos de todo pecado. 

Tú que has colocado a los niños los primeros en el reino de los cielos, 
— no nos excluyas del banquete eterno. 

Tú que en la infancia sufriste persecución y destierro, 
— guarda a los niños que hoy sufren por el hambre, la guerra o la injusticia de los mayores.

Padre santo: los mártires Inocentes proclaman tu gloria en este día, no de palabra, sino con su muerte; concédenos, por su intercesión, testimoniar con nuestra vida la fe que confesamos de palabra. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

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