El cuarto domingo de Adviento (ciclo "c"), en el evangelio de la misa leemos la escena de la visitación de María a su prima Isabel: «María se puso en camino y fue aprisa a la montaña» (Lc 1,39).
En la anunciación, ella es modelo de fe, de acogida orante de la Palabra de Dios. En la visitación, ella es modelo de servicio, de atención a los demás.
Las actitudes de María se convierten en el modelo que los cristianos deben seguir para vivir el Adviento y la Navidad: su fe, su silencio, su oración, su alabanza agradecida al Padre, su disponibilidad a la voluntad de Dios y al servicio.
Al llegar a casa de su prima, Isabel saludó a María diciendo: «Dichosa tú, que has creído». Esta es la primera bienaventuranza de los evangelios, que alaban la fe de María como modelo para todos los creyentes de todos los tiempos.
Coincide con la última bienaventuranza de los evangelios, en la que Jesús resucitado dice al apóstol Tomás: «Dichosos los que creerán sin haber visto», dichosos los que se parezcan a María, la peregrina de la fe.
Así, el inicio y el final de la Buena Noticia es una alabanza de la fe, la virtud que necesitamos para poder entender y celebrar correctamente el misterio de la Navidad.
La fe y el servicio, el servicio y la fe. En María van juntas y en nuestras vidas debería ser así también. Este es el mensaje de este domingo y de todos los días del año para los cristianos.
Las actitudes de María se convierten en el modelo que los cristianos deben seguir para vivir el Adviento y la Navidad: su fe, su silencio, su oración, su alabanza agradecida al Padre, su disponibilidad a la voluntad de Dios y al servicio.
Al llegar a casa de su prima, Isabel saludó a María diciendo: «Dichosa tú, que has creído». Esta es la primera bienaventuranza de los evangelios, que alaban la fe de María como modelo para todos los creyentes de todos los tiempos.
Coincide con la última bienaventuranza de los evangelios, en la que Jesús resucitado dice al apóstol Tomás: «Dichosos los que creerán sin haber visto», dichosos los que se parezcan a María, la peregrina de la fe.
Así, el inicio y el final de la Buena Noticia es una alabanza de la fe, la virtud que necesitamos para poder entender y celebrar correctamente el misterio de la Navidad.
La fe y el servicio, el servicio y la fe. En María van juntas y en nuestras vidas debería ser así también. Este es el mensaje de este domingo y de todos los días del año para los cristianos.
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