Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 3 de diciembre de 2021

Personajes del Adviento: Isaías


En la liturgia de Adviento, la Iglesia deposita su mirada principalmente sobre cuatro grandes figuras bíblicas que la ayudan a vivir este tiempo con autenticidad: 
- Isaías 
- Juan Bautista
- María 
- José

Hoy hablaremos del primero. El cuadro que lo representa es de Miguel Ángel y está en la Capilla Sixtina.

Muchos autores antiguos llaman al profeta Isaías "el evangelista del Antiguo Testamento". Se lee durante el Adviento según una costumbre presente en todas las tradiciones litúrgicas, ya que él expresa con gran belleza la esperanza que brota de la fe y que ha confortado al pueblo elegido en los momentos difíciles de su historia.

Es el profeta más citado por los escritores del Nuevo Testamento, ya que habla tanto de la gloria del mesías como de los sufrimientos del siervo de Yavé, que traerán la salvación al pueblo.

En Adviento, de él se toman la mayoría de las primeras lecturas de la misa (tanto ferial como dominical) y del oficio de lectura. Estos textos son un anuncio de esperanza para los hombres de todos los tiempos, independientemente de las circunstancias concretas que les toque vivir. Todos ansiamos un tiempo en el que las víctimas del egoísmo encuentren justicia:

«Juzgará a los pobres con justicia, sentenciará con rectitud a los sencillos de la tierra; pero golpeará al violento con la vara de su boca, y con el soplo de sus labios hará morir al malvado» (Is 11,4).

Todos deseamos que llegue el tiempo en que las armas se transformen en instrumentos de trabajo y los pueblos vivan unidos:

«De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra» (Is 2,4).

Al mismo tiempo, Isaías invita a no permanecer con los brazos cruzados, a preparar activamente el camino del Señor, a hacer posible su venida al mundo:

«Preparad el camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale» (Is 40,3-4).

Estas palabras se convirtieron en el corazón del anuncio de san Juan Bautista. La Iglesia las repite en las oraciones de Adviento. El Señor viene, pero quiere que le preparemos el camino abajando los montes del orgullo y rellenando los valles de la indiferencia, enderezando los comportamientos que se han desviado, igualando los derechos de todos. 

Isaías nos ayuda a comprender que la salvación será un don de Dios en Cristo, pero él quiere que nos dispongamos convenientemente y, de alguna manera, la adelantemos con nuestras buenas obras.

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