Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

miércoles, 29 de abril de 2020

Material sobre santa Catalina de Siena


El 29 de abril se celebra la fiesta de santa Catalina de Siena, la segunda mujer declarada doctora de la Iglesia, después de santa Teresa de Jesús.

- Santa Catalina de Siena (29 de abril). Biografía. Aunque siempre se la representa vestida de monja, hay que recordar que era seglar, consagrada como terciaria dominica, pero seglar; que vivió siempre en su casa, consagrada al servicio de los pobres y de los enfermos, al apostolado, a la misión de reconciliar las familias y ciudades enfrentadas, y al esfuerzo de lograr que el Papa regresara desde Aviñón a Roma.

- Escrito de santa Catalina de Siena. ¡Oh Deidad eterna, oh eterna Trinidad, que por la unión de la naturaleza divina diste tanto valor a la sangre de tu Hijo unigénito! Tú, Trinidad eterna, eres como un mar profundo en el que cuanto más busco, más encuentro, y cuanto más encuentro, más te busco. Tú sacias al alma de una manera en cierto modo insaciable, pues en tu insondable profundidad sacias al alma de tal forma que siempre queda hambrienta y sedienta de ti, Trinidad eterna, con el deseo ansioso de verte a ti, la luz, en tu misma luz.

Iglesia de santa María sopra Minerva. La basílica romana donde se conserva su sepulcro. En esa iglesia se pueden visitar también el sepulcro del gran pintor renacentista Fra Angélico y los de algunos papas. Junto al altar hay una impresionante escultura de cristo resucitado, obra de Miguel Ángel. Una de las capillas fue totalmente decorada por el pintor carmelita renacentista Fra Filippo Lippi. Al exterior se puede contemplar el famoso y simpático elefantino que sostiene un obelisco, diseño de Bernini.

- Homilía de Pablo VI en la ceremonia de declaración como doctora de la Iglesia el 3 de octubre de 1970: Queremos poner inmediatamente de relieve cómo en la vida y en la actividad externa de Catalina las bienaventuranzas evangélicas han tenido un modelo de extraordinaria verdad y belleza. Por otra parte, todos vosotros sabéis hasta que punto estuvo su espíritu libre de toda codicia terrena; cómo amó la virginidad consagrada al esposo celeste, Cristo Jesús; cómo sintió el hambre de justicia y qué entrañas de misericordia demostró al tratar de restablecer la paz en las familias y en las ciudades, desgarradas por la rivalidad y por odios atroces; cómo se prodigó para reconciliar la República de Florencia con el Sumo Pontífice Gregorio X, hasta el punto de exponer la vida ala venganza de los rebeldes. Tampoco nos detendremos a admirar las excepcionales gracias místicas con que quiso regalarla el Señor, entre las que se cuentan el místico matrimonio y los sagrados estigmas. Tampoco creemos oportuno en la presente circunstancia evocar la historia de sus generosos esfuerzos para convencer al Papa a volver a Roma, su sede legítima. El éxito con que vio coronados sus esfuerzos fue realmente la obra maestra de su actividad, y eso permanecerá a través de los siglos como su gloria más grande y será un título del todo especial para que la Iglesia le esté eternamente agradecida. Pueden leerla entera en este enlace.

- Homilía de Juan Pablo II en el sexto centenario de su muerte, el 29 de abril de 1980. Nosotros miramos hoy a Santa Catalina ante todo para admirar en ella lo que inmediatamente impresionaba a cuantos se la acercaron: la extraordinaria riqueza de humanidad, que nada ofuscó, sino que más bien aumentó y perfeccionó la gracia, que hacía de ella casi una imagen viviente de ese auténtico y sano "humanismo" cristiano, cuya ley fundamental fue formulada por el hermano y maestro de Catalina, Santo Tomás de Aquino, con el conocido aforisma: "La gracia no suprime a la naturaleza, sino que la supone y perfecciona" (S. Th. I, q. 1, a. 8, ad 2). El hombre de dimensiones completas es aquel que se realiza en la gracia de Cristo. Pueden leerla entera en este enlace.

- Catequesis de Benedicto XVI sobre santa Catalina, el 24 de noviembre de 2010: En una visión que nunca se borró del corazón y de la mente de Catalina, la Virgen la presentó a Jesús que le dio un espléndido anillo, diciéndole: «Yo, tu Creador y Salvador, me caso contigo en la fe, que conservarás siempre pura hasta que celebres conmigo en el cielo tus nupcias eternas». Ese anillo sólo era visible para ella. En este episodio extraordinario reconocemos el centro vital de la religiosidad de Catalina y de toda auténtica espiritualidad: el cristocentrismo. Cristo es para ella como el esposo, con quien vive una relación de intimidad, de comunión y de fidelidad. Él es el bien amado sobre todo bien. Pueden leerla entera en este enlace.

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