Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 14 de abril de 2023

La bienaventuranza de la fe


En el Antiguo Testamento encontramos numerosas listas de "bienaventuranzas", de actitudes y comportamientos que pueden hacer feliz al hombre (el término técnico para nombrarlas es "macarismos"). 

El salmo primero, por ejemplo, empieza así: "Dichoso el hombre que no escucha el consejo de los malvados..." La palabra hebrea "asherei" ("macarios" en griego) significa dichoso, bienaventurado, feliz. Eso es lo que Dios quiere para nosotros.

También en el Nuevo Testamento se recogen varias listas de "bienaventuranzas", entre las que destaca la que da inicio al Sermón de la Montaña: "Dichosos los pobres..." (Mt 5,3; Lc 6,20).

En el evangelio del segundo domingo de Pascua escuchamos que Jesús resucitado dijo a Tomás: "Dichosos los que crean sin haber visto" (Jn 20,29). Es la última de las "bienaventuranzas" que recogen los evangelios y la más importante, ya que habla de la fe, que da sentido a todas las otras.

No debemos olvidar que la primera bienaventuranza de los evangelios también hace referencia a la fe. Es la que dirigió Isabel a la Virgen María: "Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor, se cumplirá" (Lc 1,45). 

Así, los evangelios inician alabando la fe de María y concluyen invitando a todos a tener una fe profunda y sencilla como la suya. Que la peregrina de la fe nos acompañe en nuestro caminar. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario