Estas instantáneas presentan a las hermanas en algunos momentos de su jornada, ocupadas en la oración, el trabajo y la fraternidad, haciéndolo todo con amor y por amor, unidas a Cristo, al que sirven lo mismo en el coro que en la cocina, en el jardín y en el locutorio.
Las acompaño con algunas frases tomadas de los escritos de santa Teresa de Jesús.
¡Oh Señor, Dios mío, y cómo tenéis palabras de vida, adonde todos los mortales hallarán lo que desean, si lo quisiéremos buscar! Pues haced, Señor, que no se aparten de mi pensamiento vuestras palabras.
Lo que da valor a nuestra voluntad es juntarla con la de Dios, de manera que no quiera otra cosa sino lo que Su Majestad quiere.
Las enfermas sean curadas con todo amor y regalo y piedad. En esto ponga mucho
cuidado la madre priora, que antes falte lo necesario a las sanas, que algunas piedades a las
enfermas. Sean visitadas y consoladas de las hermanas.
¡Oh amor fuerte de Dios! ¡Y cómo no le parece que ha de haber cosa imposible a quien ama! ¡Oh dichosa alma que ha llegado a alcanzar esta paz de su Dios, que esté señoreada sobre todos los trabajos y peligros del mundo, que ninguno teme, a cuento de servir a tan buen Esposo y Señor.
¡Oh Señor del cielo y de la tierra! ¡Que es posible que aun estando en esta vida mortal se pueda gozar de Vos con tan particular amistad! ¡Qué grandes son los regalos con que tratáis a las almas ! ¡Qué requiebros, qué suavidades! ¡Qué de caminos, por qué de maneras, por qué de modos nos mostráis el amor!
Parece, Señor mío, que descansa mi alma considerando el gozo que tendrá, si por vuestra misericordia le fuere concedido gozar de Vos. Mas querría primero serviros, pues ha de gozar de lo que Vos, sirviéndola a ella, le ganasteis.
La tabla del barrer se comience desde la madre priora, para que en todo dé buen ejemplo.
Señor mío, no os pido otra cosa en esta vida, sino que me beséis con beso de vuestra boca, y que sea de manera que aunque yo me quiera apartar de esta amistad y unión, esté siempre, Señor de mi vida, sujeta mi voluntad a no salir de la vuestra; que no haya cosa que me impida pueda yo decir, Dios mío y gloria mía, con verdad que son mejores tus pechos y más sabrosos que el vino
Cada una procure trabajar para que coman las demás.
Téngase mucha cuenta con lo que manda la Regla «que quien quisiere comer, que ha de trabajar».
No hay comentarios:
Publicar un comentario