En el evangelio del domingo 11 del Tiempo Ordinario, ciclo "b", Jesús compara el reino de Dios con un grano de mostaza "la semilla más pequeña del reino vegetal". Tan pequeña, que parece una mota de polvo; pero, una vez plantada, germina y da lugar a un gran arbusto de hermosas flores amarillas, al que acuden los pájaros. El cuadro que ilustra la parábola es de Kelly Latimore.
En distintas ocasiones, el Antiguo Testamento compara a Israel con una vid que tiene que extender sus sarmientos hasta cubrir toda la tierra prometida. Otras veces lo compara con una higuera de dulces frutos o con otros árboles. El Señor conocía esas imágenes bíblicas, pero en este caso no las usa, porque ha querido subrayar la pequeñez de esta semilla, su aparente impotencia, su debilidad.
Dios realiza su obra entre nosotros con paciencia y humildad. San Juan de la Cruz dice que si él nos llevara a su paso, lo haría todo inmediatamente; pero se adapta a nuestras capacidades, a nuestro ritmo, por eso camina con nosotros lentamente.
Dios realiza su obra entre nosotros con paciencia y humildad. San Juan de la Cruz dice que si él nos llevara a su paso, lo haría todo inmediatamente; pero se adapta a nuestras capacidades, a nuestro ritmo, por eso camina con nosotros lentamente.
Dios siembra en nuestros corazones pequeñas semillas que tienen que germinar y dar fruto. Cada vez que escuchamos la Palabra de Dios, que recibimos su perdón o el Cuerpo de Cristo, él está poniendo semillas en nuestros corazones. A nosotros corresponde acogerlas con agradecimiento y dejarlas crecer. El Señor nos lo conceda.
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