Como preparación a la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, quiero recordar que, cuando se habla del corazón en la Biblia, se indica la voluntad, el amor.
Ya en el Antiguo Testamento se dice que el corazón de Dios se estremece de compasión. Pero es en el Nuevo Testamento donde se manifiesta hasta el fondo lo que significa el amor de Dios, que no se echa atrás ante la ingratitud ni ante el rechazo de los hombres. Al contrario, envía a su Hijo al mundo como salvador.
El Hijo de Dios, lleno de amor como el Padre (es decir, lleno del Espíritu Santo), se hace hombre y entrega su vida para salvar a los hombres. Toda su vida es una revelación del amor de Dios hacia nosotros.
Pero es en el momento de su muerte donde mejor se manifiesta su amor infinito, ya que muere perdonando a quienes le hacen daño.
Su costado atravesado por una lanza es la manifestación de un amor más fuerte que la muerte. El agua y la sangre que brotan de su corazón hacen referencia al parto que se realiza en ese momento. Si del costado de Adán dormido, Dios modeló a Eva, del costado de Cristo –nuevo Adán– que reposa en la cruz, surge la Iglesia –nueva Eva–, verdadera madre de los que viven.
Además, el agua y la sangre hacen referencia al bautismo y a la eucaristía, sacramentos que brotan del costado de Jesús, que construyen la Iglesia y que son los medios con los que la Iglesia genera hijos para Dios y los alimenta.
El Corazón de Jesús revela su identidad: Él no "tiene" amor, sino que "es" amor.
Pidámosle que nos conceda un corazón misericordioso como el suyo. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario