Esta es una de las numerosas versiones que se encuentran en youtube del poema "Llama de amor viva", de san Juan de la Cruz. La música y la voz son de Amancio Prada.
¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
¡rompe la tela de este dulce encuentro!
¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida la has trocado.
¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su querido!
¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras:
y en tu aspirar sabroso,
de bien y gloria lleno
¿cuán delicadamente me enamoras!
Nadie como san Juan de la Cruz ha sabido cantar la obra del Espíritu Santo en el alma del creyente: es como el fuego que embiste un madero. Primero expulsa de él las humedades e impurezas y el madero parece gemir y se pone negro y feo. Pero, una vez que el fuego ha purificado el madero, lo transforma en llama luminosa. Así, el Espíritu Santo nos purifica de nuestros pecados y ensancha nuestras capacidades naturales y nos dispone para que vivamos por gracia la vida de Dios, para que seamos divinos por participación.
El Espíritu Santo cumple en nosotros la palabra de Jesús: "Hay que nacer de nuevo". Solo el Espíritu puede renovarnos de tal manera que se puede hablar de una verdadera recreación. ¡Ven, Espíritu Santo, purifícanos, renuévanos, transfórmanos a imagen de Cristo, para que podamos vivir de su misma vida! Lo has hecho con san Juan de la Cruz, ¡hazlo con nosotros! Sí, ya sé que él se dispuso y te dejó actuar y que yo tantas veces no termino de disponerme...
El caso es que cuando leo a los místicos me inunda un deseo de ser mejor, siento que estoy llamado a vivir la vida de Dios, que he sido creado para eso, que lo que ellos dicen resuena en lo más profundo de mi ser... ¡Ven, Espíritu Santo! Que tu llama me purifique y me transforme en fuego. Amén.
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