Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

sábado, 28 de junio de 2025

Santa Teresa de Jesús, san Pedro y san Pablo


El cuadro representa a santa Teresa entre san Pedro y san Pablo. Es una obra de principios del s. XVII que se conserva en las carmelitas descalzas de Alba de Tormes. En la catedral de Granada, en el retablo de la capilla de santa Teresa hay una parecida, aunque de mayor tamaño y coronada por la Santísima Trinidad.

Santa Teresa se sintió renovada en su encuentro personal con Jesús, por eso habla a menudo de san Pedro y san Pablo, ambos pecadores (el uno renegó del Señor y el otro lo persiguió), pero los dos entregaron su vida por amor después del encuentro con Jesús resucitado.

Hablando de las negaciones de Pedro, dice santa Teresa: «Salió de aquella quiebra no confiando nada de sí, y de allí vino a poner la confianza en Dios». Se sintió identificada con ese proceso. Ella también pasó de confiar en sí misma a abandonarse en las manos del Señor y confiar solo en su misericordia. Por eso, añade: «¡Siempre la humildad delante, para entender que no han de venir estas fuerzas de las nuestras!».

La santa carmelita habla de san Pedro en muchas ocasiones, lo mismo que de san Pablo, del que admira su deseo de estar con Cristo y su firme decisión en servir en todo al Señor:

«Considero algunas veces, cuando una como yo, por haberme el Señor dado esta luz con tan tibia caridad y tan incierto el descanso verdadero, por no lo haber merecido mis obras, siento tanto verme en este destierro muchas veces, ¿qué sería el sentimiento de los santos? ¿Qué debía de pasar san Pablo y la Magdalena y otros semejantes, en quien tan crecido estaba este fuego de amor de Dios? Debía ser un continuo martirio. Paréceme que quien me da algún alivio y con quien descanso de tratar, son las personas que hallo de estos deseos; digo deseos con obras; digo con obras, porque hay algunas personas que a su parecer están desasidas, y así lo publican y había ello de ser, pues su estado lo pide y los muchos años que ha que algunas han comenzado camino de perfección; mas conoce bien esta alma desde muy lejos los que lo son de palabras, o los que ya estas palabras han confirmado con obras; porque tiene entendido el poco provecho que hacen los unos y el mucho los otros, y es cosa que a quien tiene experiencia lo ve muy claramente» (Vida, 21,7).

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