El himno "Veni Creator" fue compuesto en el siglo IX por el monje benedictino alemán Rabano Mauro. Es la oración al Espíritu Santo más famosa de la liturgia cristiana.
En la Iglesia católica se entona el día de Pentecostés, pero también en las ordenaciones sacerdotales, en los cónclaves para elegir un papa, en los capítulos provinciales de los religiosos, etc.
En la mayoría de las universidades se canta al inicio de los actos solemnes, como herencia de la época en que las universidades eran fundadas por los papas y estaban bajo la tutela de la Iglesia.
También lo conservan los anglicanos, calvinistas y luteranos (de hecho, Lutero lo tradujo al alemán). En el vídeo se puede escuchar en la versión gregoriana tradicional.
A continuación propongo una hermosa traducción de Fray Diego Tadeo González (1733 – 1794):
Ven, Creador, Espíritu amoroso,
Ven, Creador, Espíritu amoroso,
ven y visita el alma que a ti clama
y con tu soberana gracia inflama
los pechos que criaste poderoso.
Tú, que abogado fiel eres llamado,
del Altísimo don, perenne fuente,
de vida eterna, caridad ferviente,
espiritual unción, fuego sagrado.
Tú te infundes al alma en siete dones,
fiel promesa del Padre soberano;
tú eres el dedo de su diestra mano;
tú nos dictas palabras y razones.
Ilustra con tu luz nuestros sentidos,
del corazón ahuyenta la tibieza,
haznos vencer la corporal flaqueza
con tu eterna virtud fortalecidos.
Por ti nuestro enemigo desterrado,
gocemos de paz santa duradera,
y siendo nuestro guía en la carrera,
todo daño evitemos y pecado.
Por ti al eterno Padre conozcamos,
y al Hijo, soberano omnipotente,
y a ti, Espíritu, de ambos procedente
con viva fe y amor siempre creamos. Amén.
y con tu soberana gracia inflama
los pechos que criaste poderoso.
Tú, que abogado fiel eres llamado,
del Altísimo don, perenne fuente,
de vida eterna, caridad ferviente,
espiritual unción, fuego sagrado.
Tú te infundes al alma en siete dones,
fiel promesa del Padre soberano;
tú eres el dedo de su diestra mano;
tú nos dictas palabras y razones.
Ilustra con tu luz nuestros sentidos,
del corazón ahuyenta la tibieza,
haznos vencer la corporal flaqueza
con tu eterna virtud fortalecidos.
Por ti nuestro enemigo desterrado,
gocemos de paz santa duradera,
y siendo nuestro guía en la carrera,
todo daño evitemos y pecado.
Por ti al eterno Padre conozcamos,
y al Hijo, soberano omnipotente,
y a ti, Espíritu, de ambos procedente
con viva fe y amor siempre creamos. Amén.
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