Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

jueves, 25 de mayo de 2023

Santa María Magdalena de Pazzi. Presentación y oraciones de la misa


Santa María Magdalena de Pazzi nació en Florencia (Italia), en 1566, de una de las familias con más abolengo de la ciudad, siempre enfrentados con los Medici y administradores de las finanzas pontificias, que contaron con importantes personajes en la administración civil y religiosa. 

Fue educada en un ambiente de sólida piedad. Desde niña fue generosa en sus limosnas y enseñó el catecismo a los hijos de los campesinos al servicio de su familia.

Rechazando la propuesta de matrimonio de su familia, a los 16 años, entró en el Carmelo, donde llevó una vida oculta de oración y abnegación. Cuando entraba en éxtasis, abrazada al crucifijo, exclamaba: "Oh Jesús mío, concédeme palabras eficaces para convencer al mundo de que tu amor es grande y verdadero y que nuestro egoísmo es engañoso y tramposo".

Rogaba ardientemente por la reforma de la Iglesia y escribió varias cartas al papa, a los cardenales y a otras personalidades, pidiéndoles que trabajaran en ello. 

Dirigió por el camino de la perfección a sus hermanas de comunidad. Célebre por sus carismas y sus gracias místicas. 

Sus hermanas de comunidad recogieron en varios libros sus revelaciones y sus enseñanzas: Libro de los cuarenta días, Libro de los coloquios, Libro de las revelaciones e inteligencias, Libro de la prueba, Libro de la renovación de la Iglesia, Amaestramientos y Avisos.

Su propósito era gozar y dar a conocer la misericordia de un Dios que es «arrebatadísimo Padre», su Hijo «dador de un beso de paz» y el Espíritu Santo «fuego transformador».

Precioso es el testimonio que nos ha dejado escrito su priora, en el que afirma que santa María Magdalena de Pazzi prometió amar a Dios «con amor puro y total», porque quería «ser su esposa y no sierva»: 

«Yo, sor Evangelista, en honor del eterno Padre, soy testigo de cómo sor María Magdalena hoy, este día primero de mayo de 1595, le ha prometido a Dios querer ser su esposa y no sierva para mayor honor suyo y para que se complazca en ella y mayor ayuda de su donación, ha prometido caminar desnuda con su Dios y oír solo su voz y de quienes cuidan su lugar y cuando tuviere alguna duda tomar consejo antes que nada del Cristo desnudo y del alma más desnuda que vieren sus ojos y de sus superiores».

Falleció en 1607, a los 41 años de edad. Fue beatificada en 1626 y canonizada en 1669.

Oración colecta

Señor Dios, tú, que amas la virginidad, has enriquecido con dones celestiales a santa María Magdalena de Pazzi, cuyo corazón se abrasaba en tu amor; concede a cuantos celebramos hoy su fiesta imitar los ejemplos de su caridad y su pureza. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Oración sobre las ofrendas

Padre celestial, recibe los dones que humildemente te ofrecemos en memoria de santa María Magdalena de Pazzi, y concédenos, por esta hostia inmaculada, permanecer ardiendo en tu presencia en el fuego sagrado de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Prefacio

El Señor esté con vosotros. Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón. Lo tenemos levantemos hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Tú inflamaste de modo admirable con el fuego de tu Espíritu a santa María Magdalena, para que en ella resplandeciera el amor de tu Verbo encarnado y ardiera el celo por la santidad de tu Iglesia.

Tan entrañablemente la amó, que, para que reflejara limpiamente la imagen de Cristo, Esposo, se entrego a sí misma con su inmolación y oración ferviente.

Por eso, con todos los ángeles y santos, Te alabamos, cantando sin cesar: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.

Oración después de la comunión

Señor, fortalecidos con tu eucaristía, te pedimos que, a ejemplo de santa María Magdalena, llevemos en nuestro cuerpo la muerte de Cristo y nuestra vida sea un esfuerzo continuo por unirnos cada vez más a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Mensaje del papa Benedicto XVI con motivo del cuarto centenario de su muerte (año 2017)

Me alegra unirme a la amada Iglesia florentina, que desea recordar a esta ilustre hija suya, particularmente amada por ser figura emblemática de un amor vivo que remite a la dimensión mística esencial de toda vida cristiana.

Doy gracias a Dios por el don de esta santa, que cada generación redescubre singularmente cercana por saber comunicar un amor ardiente a Cristo y a la Iglesia.

Santa María Magdalena de' Pazzi, nacida en Florencia el 2 de abril de 1566 y que en la pila del "hermoso San Juan" fue bautizada con el nombre de Catalina, desde su niñez mostró una sensibilidad particular ante lo sobrenatural y se sintió atraída por el coloquio íntimo con Dios. Como era costumbre con respecto a las jóvenes de casas nobles, se encomendó su educación a las Damas de Malta, en cuyo monasterio recibió la primera comunión el 25 de marzo de 1576 y solo pocos días después se consagró para siempre al Señor con una promesa de virginidad.

Al volver a la familia, profundizó en el camino de la oración con la ayuda de los padres jesuitas, que frecuentaban el palacio. Con gran habilidad logró evitar que la condicionaran las exigencias mundanas de un ambiente que, aun siendo cristiano, no le bastaba a causa de su deseo de asemejarse cada vez más a su Esposo crucificado. En este contexto maduró la decisión de dejar el mundo y entrar en el Carmelo de Santa María de los Ángeles, en Borgo San Frediano, donde el 30 de enero de 1583 recibió el hábito del Carmen y el nombre de sor María Magdalena.

Al enfermarse gravemente en marzo de 1584, solicitó emitir la profesión antes de tiempo y, el 27 de mayo, fiesta de la santísima Trinidad, llevada al coro en camilla, pronunció para siempre ante el Señor sus votos de castidad, pobreza y obediencia.

Desde ese momento comenzó una intensa vivencia mística, que proporcionó a la santa la fama de gozar de numerosos éxtasis. Son cinco los manuscritos en que las carmelitas de Santa María de los Ángeles recogieron las experiencias extraordinarias de su joven hermana. A "Los Cuarenta Días", escrito en el verano de 1584, siguieron "Los Coloquios" de la primera mitad del año sucesivo.

La cumbre del conocimiento místico de sí mismo que Dios concedió a sor María Magdalena se encuentra en "Revelaciones e Inteligencias", ocho días de espléndidos éxtasis que van desde la víspera de Pentecostés hasta la fiesta de la santísima Trinidad del año 1585. Una intensa experiencia que, a los 19 años de edad, la capacitaba para recorrer todo el misterio de la salvación, desde la encarnación del Verbo en el seno de María hasta la venida del Espíritu Santo en Pentecostés.

Siguieron cinco largos años de purificación interior —María Magdalena de' Pazzi habla de ellos en el libro "Probación"— en los que el Verbo, su Esposo, le quitó el sentimiento de la gracia y la dejó como a Daniel en el foso de los leones, entre muchas pruebas y grandes tentaciones. En ese contexto se inserta su ardiente compromiso por la renovación de la Iglesia, después de que en el verano de 1586 algunas iluminaciones de lo alto le mostraron el verdadero estado en que se encontraba la Iglesia en la época postridentina.

Como santa Catalina de Siena, se sintió "forzada" a escribir algunas cartas para solicitar al papa, a los cardenales de la curia, a su arzobispo y a otras personalidades eclesiásticas, un decidido compromiso en favor de la "renovación de la Iglesia", como reza el título del manuscrito que las contiene. Se trata de doce cartas dictadas en éxtasis, tal vez nunca enviadas, pero que permanecen como testimonio de su pasión por la Sponsa Verbi.

En Pentecostés de 1590 terminó su dura prueba. Esto le permitió dedicarse con todas sus fuerzas al servicio de la comunidad y en particular a la formación de las novicias. Sor María Magdalena  tuvo  el  don  de vivir la comunión  con Dios de una forma cada vez más interiorizada, hasta el punto de que se convirtió en una referencia para toda la comunidad, que todavía hoy sigue considerándola como "madre".

El amor purificado, que latía en su corazón, la abría al deseo de la plena configuración con Cristo, su Esposo, hasta compartir con él el "desnudo padecer" de la cruz. Los últimos tres años de su vida fueron para ella un auténtico calvario de sufrimientos. La tisis comenzó a manifestarse claramente. Sor María Magdalena se vio obligada a retirarse poco a poco de la vida activa de la comunidad para sumergirse cada vez más en el "padecer desnudamente por amor a Dios". La afligieron penas atroces del cuerpo y del espíritu, que duraron hasta su muerte, acontecida el viernes 25 de mayo de 1607. Murió cerca de las tres de la tarde, mientras una alegría desacostumbrada invadía todo el monasterio.

No habían pasado veinte años desde su muerte cuando el papa florentino Urbano VIII la proclamó beata. El papa Clemente IX la incluyó en el catálogo de los santos el 28 de abril de 1669. Su cuerpo, incorrupto, es meta de constantes peregrinaciones. El monasterio en que vivió la santa es hoy sede del seminario arzobispal de Florencia, que la venera como patrona, y la celda en la que murió se ha transformado en una capilla, en cuyo silencio se percibe aún su presencia.

Santa María Magdalena de' Pazzi sigue siendo una presencia espiritual inspiradora para las carmelitas de la antigua observancia. En ella ven a la "hermana" que recorrió totalmente la senda de la unión transformadora con Dios y que señala a María como la "estrella" del camino que lleva a la perfección. Esta gran santa tiene para todos el don de ser maestra de espiritualidad, especialmente para los sacerdotes, por los que sintió siempre una verdadera pasión.

Deseo vivamente que las celebraciones jubilares de su muerte contribuyan a dar a conocer cada vez más a esta luminosa figura, que a todos manifiesta la dignidad y la belleza de la vocación cristiana. Del mismo modo que, cuando vivía, al sonar las campanas exhortaba a sus hermanas diciéndoles:  "Venid a amar al Amor", ojalá que, la gran mística, desde Florencia, desde su seminario, desde los monasterios carmelitanos que se inspiran en ella, haga resonar hoy su voz en toda la Iglesia, difundiendo el anuncio del amor de Dios a toda criatura humana.

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