Coincidiendo con el fin de semana en que se celebra la fiesta de Pentecostés, se celebra también a la Virgen del Rocío, "la Blanca Paloma" y miles de personas peregrinan a su santuario. En torno al millón atraviesan de las marismas para llegar a la ermita de Almonte a cantar a la Virgen.
María estuvo unida a Jesús en todos los momentos de su vida, desde su nacimiento hasta su muerte y resurrección. También está unida a la Iglesia, desde su nacimiento en Pentecostés hasta el final de los tiempos. Por eso, al día siguiente de Pentecostés celebramos la fiesta de santa María, Madre de la Iglesia.
Dios te salve, María,
del Rocío, Señora,
luna, sol, norte y guía
y pastora celestial.
Dios te salve, María,
todo el pueblo te adora
y repite a porfía:
como tú no hay otra igual.
Olé, olé...
Al rocío yo quiero volver
a cantarle a la Virgen con fe
con un olé, olé...
Al rocío yo quiero volver
a cantarle a la Virgen con fe
con un olé.
Dios te salve, María,
manantial de dulzura;
a tus pies, noche y día,
te venimos a rezar.
Dios te salve, María,
un rosal de hermosura.
Eres tú, Madre mía
de pureza virginal.
Olé, olé...
Al rocío yo quiero volver
a cantarle a la Virgen con fe
con un olé, olé...
Al rocío yo quiero volver
a cantarle a la Virgen con fe
con un olé.
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