El sexto domingo de Pascua (ciclo "b") nos sitúa ante el corazón del mensaje cristiano: «Dios es amor» (segunda lectura) y «no hace acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea» (primera lectura). Por eso, la ley del cristiano consiste en amar siempre, para parecernos a Dios (evangelio).
He comentado el evangelio de hoy en esta entrada:
- El mandamiento del amor fraterno. Jesús no pide a sus discípulos que sean buenas personas, que se amen mucho. Él quiere mucho más: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado» (Jn 13,34; 15,12). El punto de partida no es el mandamiento («Amaos los unos a los otros») sino el don («como yo os he amado»). Porque él nos ha amado primero, nos ha enseñado qué es el amor y nos ha capacitado para amar como él nos ha amado.
Quienes quieran profundizar en el argumento, también pueden leer:
- Amor a Dios y al prójimo. Posiblemente no haya una palabra más usada que «amor». Pero tampoco hay un término más manoseado y confuso. San Agustín, recordando los desvíos de su juventud, afirma: «Dulce cosa era para mí amar y ser amado». Pero a continuación confiesa que confundía el amor con el deseo. La caridad, a diferencia del enamoramiento, no busca satisfacer los propios intereses o las propias necesidades. Solo busca el bien de la persona amada, su crecimiento, su felicidad. Por eso es gratuito y desinteresado.
- Lo esencial de nuestra religión: Amor a Dios y al prójimo. El evangelio nos recuerda que el amor a Dios y al prójimo es lo esencial de nuestra religión. Ese amor tiene que manifestarse en actos concretos, para que no se quede en mera teoría.
- Dios es más tierno que una madre. Santa Teresita del Niño Jesús (de Lisieux) escribió que "Dios es más tierno que una madre" y el papa Francisco, que es un gran devoto suyo, hablando del amor de Dios, afirmó: «Como la mamá pone al niño sobre sus rodillas y lo acaricia, así hace el Señor con nosotros. Todos los cristianos estamos llamados a ser portadores de este mensaje de esperanza que da serenidad y alegría: la consolación de Dios, su ternura para con todos».
El amor a Dios se manifiesta en la oración, el estudio de su Palabra, la celebración de los sacramentos...
El amor al prójimo se manifiesta en el acoger, compartir, perdonar...
- Dios es más tierno que una madre. Santa Teresita del Niño Jesús (de Lisieux) escribió que "Dios es más tierno que una madre" y el papa Francisco, que es un gran devoto suyo, hablando del amor de Dios, afirmó: «Como la mamá pone al niño sobre sus rodillas y lo acaricia, así hace el Señor con nosotros. Todos los cristianos estamos llamados a ser portadores de este mensaje de esperanza que da serenidad y alegría: la consolación de Dios, su ternura para con todos».
- El buen samaritano. Solo si somos conscientes del gran amor de Dios, que en Cristo se ha hecho nuestro prójimo y nos ha mostrado misericordia, sanando nuestro egoísmo y capacitándonos para amar, podremos salir de nosotros mismos para acercarnos a cada hermano herido, dispuestos a tratarle como Jesús nos ha tratado a nosotros.
- El amor a los enemigos. Lo que a nosotros nos sale espontáneo es el egoísmo, el orgullo, el instinto de venganza. El Antiguo y el Nuevo Testamento nos indican que el camino que deberíamos seguir no es ese, sino el del servicio, el de la humildad, el del perdón. No es fácil, pero tampoco es imposible si contamos con la ayuda del Señor. Pidámosle que nos conceda un corazón como el suyo, para que podamos amar a todos, también a nuestros enemigos.
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