Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 22 de mayo de 2020

Santa Joaquina de Vedruna


Hoy es la fiesta de santa Joaquina de Vedruna, fundadora de las Carmelitas de la Caridad, de la que hemos hablado y presentado las oraciones de la misa aquí:

- Santa Joaquina de Vedruna (22 de mayo). Nació el año 1783 en Barcelona, donde murió el 22 de mayo de 1854. A los doce años intentó ser religiosa carmelita de clausura, pero el Señor la tenía destinada para otra misión. Se casó a los diecisiete, fue esposa y madre de nueve hijos. 

Dos de ellos fallecieron jóvenes, otra se casó y los demás fueron todos frailes y monjas. Al enviudar fundó la congregación de Hermanas Carmelitas de la Caridad, para el cuidado de los enfermos y la educación de los niños pobres.

Padeció la cárcel y el destierro en Francia, su congregación fue disuelta por el gobierno liberal, pero perseveró siempre en el amor a Dios y a los hermanos, recomponiendo su obra y dejando, al morir, veintidós comunidades que pronto se extendieron por todo el mundo. En nuestros días son unas dos mil religiosas.

A continuación les ofrezco un texto suyo, que recoge el Oficio de Lecturas del día:

Ojalá estuviéramos todas abrasadas en el amor del mismo Señor, y así inflamadas anunciáramos y publicáramos amor y más amor, de manera que pudiéramos encender todo el mundo. A todas os lo digo: tengamos grandes deseos, y el Señor nos otorgará lo que más nos convenga.

Procuremos desechar de nuestros corazones todo cuanto pueda impedir el puro amor de nuestro enamorado Jesús, que es todo amor y quiere comunicarse a nosotras por medio del amor. El buen Jesús nos llama sin cesar, y nosotras ¿nos haremos siempre las sordas? Procuremos tener nuestros corazones muy bien dispuestos: que nuestra voluntad sea toda para Jesús, todas nuestras potencias y sentidos sean para el Señor.

No ha de haber en nuestro corazón apego alguno, sino amor y más amor, porque el amor nunca dice «basta» ni sosiega hasta abrasar y, abrasando nuestro corazón el puro amor de Jesús, arrojará de él cuanto se opone a que todo sea amor.

No durmamos; amemos a Dios sin cesar. Solamente el Señor, Creador de cielos y tierra, ha de ser nuestro descanso y nuestro consuelo. Solo el amor de Dios se encuentra siempre; lo demás todo pasa.

En fin, amor, amor y más amor, que nunca dice «basta». Cuanto más amemos a Dios, más quisiéramos amarlo. Busquemos a Jesús, porque, si lo tenemos en nuestro corazón, lo tendremos todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario