La primera lectura del día de la Ascensión del Señor recoge el momento en el que Jesús resucitado se despide de sus discípulos antes de «subir» al cielo (Hch 1,1-11) y en la segunda lectura del día, san Pablo afirma que Jesús resucitado «se sentó a la derecha de Dios» (Hch 1,9).
Estas imágenes (subir y sentarse en el trono) van muy unidas, ya que en el Antiguo Testamento se habla de la «ascensión» del rey para indicar su entronización. Por lo tanto, ambas imágenes hablan de la glorificación de Jesús resucitado.
A la derecha del trono del rey no se sentaba la reina, sino su heredero. Cuando la Biblia y el Credo afirman que Jesús se sentó a la derecha del Padre están confesando su divinidad, porque participa para siempre de su gloria, de su poder salvador, de su vida.
A la derecha del trono del rey no se sentaba la reina, sino su heredero. Cuando la Biblia y el Credo afirman que Jesús se sentó a la derecha del Padre están confesando su divinidad, porque participa para siempre de su gloria, de su poder salvador, de su vida.
Eso es lo que celebramos en la Ascensión del Señor: la revelación de la gloria divina de Jesús resucitado. A Cristo glorioso sean el honor y la alabanza por los siglos. Amén.
"La Ascensión de Cristo es nuestra propia elevación y al lugar al que precedió la gloria de la cabeza es llamada también la esperanza del cuerpo. Dejemos, pues, queridos, que estalle nuestra alegría cuando él se sienta, y regocijémonos con piadosa acción de gracias. Hoy, en efecto, no solo se nos confirma en la posesión del paraíso, sino que hasta hemos penetrado con Cristo en las alturas de los cielos; hemos recibido más por la gracia inefable de Cristo, que lo que perdiéramos por el odio del diablo" (San Gregorio Magno).
"En la Ascensión se manifiesta el grado de perfección a que Cristo llevará a los hombres y al mundo. Lo que ocurrió con Cristo es prefiguración y anticipación de lo que sucederá a toda la creación. Todos los hombres acabados y perfectos participarán del dominio regio de Cristo. Y también la materia está destinada a tener parte en la gloria del Resucitado. Su cuerpo es el modelo de la futura existencia del mundo" (Michael Schmaus).
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