ROSA DEL CARMELO, perfúmanos en el alma y en el cuerpo, para que seamos buen olor de Cristo en medio de nuestros hermanos.
ESTRELLA DEL MAR, conduce nuestra barquilla en el mar de la vida hasta que lleguemos a las playas luminosas de la patria celestial.
REINA DEL CIELO, que un día gocemos de tu compañía en la eternidad y proclamemos contigo la grandeza del Señor, porque el Poderoso hizo en ti maravillas.
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial princesa, Virgen Sagrada María, te ofrezco en este día alma, vida y corazón; mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.
Madre de Dios y madre nuestra, dirige tu mirada a todos los que invocamos tu auxilio, escucha nuestras plegarias y enséñanos a servir a Jesús con corazón sincero, como hiciste tú. Madre de misericordia y refugio de los pecadores, intercede por nosotros ante tu Hijo Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Madre de la esperanza, ayúdanos a llevar amor y alegría a todos nuestros hermanos, para que Cristo viva en nosotros y podamos ser un reflejo de su misericordia ante nuestros hermanos.
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