Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

jueves, 20 de noviembre de 2025

San Juan de la Cruz. Una voz del siglo XVI que interpela al siglo XXI


En un tiempo marcado por la inteligencia artificial, la prisa y la confusión espiritual, puede sorprender que un fraile del siglo XVI, que escribía con plumas de ganso, tenga algo que decir al mundo contemporáneo. Sin embargo, la voz de san Juan de la Cruz conserva una sorprendente actualidad: ofrece una experiencia espiritual profunda y transformadora en una época que, pese a sus avances, sigue anhelando sentido. Sus palabras invitan a vivir en plenitud. El místico carmelita afirma, con audacia, que el destino del alma es hacerse “deiforme y dios por participación”, pues ha sido creada a imagen de Dios para esa unión.

Este libro desea dialogar con esa experiencia y nuestras inquietudes actuales. Pero para comprender bien el mensaje de fray Juan es necesario situarlo en su contexto histórico y, al mismo tiempo, reconocer su originalidad. Un texto sin contexto puede convertirse en un pretexto: tan peligroso es leer a nuestro místico ignorando su mundo como disolver su genialidad en los moldes de su tiempo. El primer paso será, por tanto, aproximarnos al ambiente vital del siglo XVI.

El santo vivió en una sociedad donde la fe impregnaba la vida cotidiana, que ya no es la nuestra: el secularizado siglo XXI, postcristiano y lleno de prejuicios hacia el cristianismo. Para amplios sectores de nuestra sociedad, la espiritualidad se identifica con bienestar psicológico y emocional. Frente a este panorama, la pregunta es inevitable: ¿tiene algo que ofrecer aún el cristianismo?

La Escritura, santa Teresa y el propio san Juan recuerdan que el momento presente, con sus desafíos y contradicciones, es tiempo de gracia. Dios sigue acercándose, revelando su misericordia y ofreciendo su amistad, aunque nosotros muchas veces no sepamos percibir su presencia. El mensaje del santo, lejos de ser ajeno a este horizonte, ayuda a redescubrir que Dios continúa saliendo al encuentro de quienes lo buscan.

La propuesta de san Juan puede resultar extraña: desasimiento, noches oscuras, caminos desconocidos que conducen a lo que no se sabe ni se ha experimentado antes… Pero su núcleo es profundamente humanizador. El santo comprende a Dios como aquel-que-es-para-el-hombre, (cf. C 27,1) y quiere engrandecerlo (cf. Ll 2,3), aceptándolo en su pequeñez y elevándolo hasta igualarlo consigo.

Su experiencia mística —lejos de anular lo humano— integra todos los aspectos de la persona, orientándolos hacia el amor. En esto se inscribe plenamente en el humanismo cristiano del Renacimiento, movimiento que valoró la razón, la cultura y la renovación espiritual. Su formación, desde los jesuitas de Medina del Campo, pasando por Salamanca, Alcalá y Baeza, lo situó en los centros intelectuales más fecundos de la época.

Su originalidad es el resultado de un espíritu lúcido, que supo integrar tradición, reflexión y experiencia. Este libro quiere situarlo en su contexto para comprender mejor su mensaje y, una vez hecho esto, dejar que su palabra viva nos interpele. Sus obras siguen siendo una invitación a recorrer la noche que purifica, a abrirnos al amor que libera y a descubrir a un Dios que solo busca engrandecernos, también hoy, en el complejo siglo XXI.


Resumen del prólogo de mi libro Eduardo Sanz de Miguel, «Luz en la noche del alma. Vida y legado de san Juan de la Cruz». Grupo editorial Fonte, Burgos 2025, páginas 11-20.

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