Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

lunes, 22 de abril de 2013

Alegoría de la prudencia, de Tiziano


He tenido ocasión de visitar la grandiosa exposición sobre Tiziano en las Escuderías del Quirinal de Roma. Nadie duda de que Tiziano es el mayor pintor del Renacimiento italiano junto a Miguel Ángel y Rafael, y uno de los mayores artistas de toda la historia. Sus contemporáneos decían que «todo el arte se encierra en el dibujo de Miguel Ángel y en el color de Tiziano»

La exposición recoge algunas de sus obras más famosas, provenientes de los principales museos del mundo: retratos, escenas mitológicas y enormes cuadros religiosos.

Entre todas las pinturas, me llamó la atención la enigmática obra que representa una 
«alegoría del tiempo gobernado por la prudencia», en la que Tiziano pintó tres cabezas humanas, tres cabezas animales y algunas palabras en latín. Es una obra de madurez, realizada cuando contaba unos 90 años de edad para conservarla en su taller. Hoy se conserva en la National Gallery de Londres.

Comencemos por la inscripción latina, que nos da la clave interpretativa del cuadro: «EX PRAETERITO / PRAESENS PRVDENTER AGIT / NI FVTVRA(M) ACTIONE(M) DETVRPET». Que significa: «Sobre la base del pasado / el presente prudentemente actúa / para no estropear la acción futura». Era un tema muy querido a los escritores humanistas, que recoge máximas de los clásicos greco-romanos. Ya Dante había escrito: «Conviene ser prudente; es decir, sabio, lo que consiste en conservar buena memoria de las cosas vistas, recto conocimiento de las presentes y saber prevenir las futuras».

Las tres cabezas humanas hacen referencia a las tres edades del hombre (joven, maduro, anciano) y a algunos valores relacionados con ellas. Al estar juntas, recuerdan que la prudencia es la capacidad de unir armónicamente la creatividad (el joven), la fuerza (el hombre maduro) y la experiencia (el anciano); aunque también la voluntad (el joven), la inteligencia (el hombre maduro) y la memoria (el anciano).

El joven imberbe (retrato de un sobrino acogido en su casa) mira al alto y está plenamente iluminado. Debajo de él hay una cabeza de perro, animal adulador, pero fiel, si se le domestica y educa. Representa el futuro, lo que puede llegar a ser, pero hay que prevenir y preparar con responsabilidad.

El hombre maduro (retrato de su hijo Horacio) mira de frente y se encuentra en claroscuro. Debajo de él hay un león, imagen de la fuerza y de la constancia con las que hay que conducir las actividades del presente. Pero no hay que permitir que la fuerza actúe sin el control de la razón, para evitar consecuencias negativas. De ahí que vaya unida a la experiencia (el anciano) y a la previsión (el joven).

El anciano con el gorro rojo (autorretrato de Tiziano) mira hacia abajo y ha perdido totalmente los contornos entre las sombras. Debajo hay una cabeza de lobo, que devora los recuerdos o que también podría significar la envidia de quien ha perdido su oportunidad y quizás sus ambiciones juveniles, que ya no tiene proyectos y por eso solo mira a la tierra.

Los estudiosos han escrito mucho sobre otras posibles interpretaciones y sobre la técnica usada, pero no es este el lugar para seguir profundizando en el tema.

Que el Señor nos conceda vivir en su paz, conservando la sabiduría del pasado y con los ojos puestos en el futuro, pero conscientes de que solo tenemos en momento presente para amarle y servirle. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario