Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

domingo, 16 de noviembre de 2025

Recensión del libro «Luz en la noche del alma. Vida y legado de san Juan de la Cruz»


El padre Eduardo Sanz de Miguel es carmelita descalzo desde hace cuarenta años. Ha dedicado mucho tiempo a estudiar las obras de santa Teresa de Jesús y de san Juan de la Cruz, a los que los miembros del Carmelo consideran sus «santos padres» y ha publicado varios libros y artículos sobre ellos, algunos traducidos a otros idiomas. Su última obra se titula «Luz en la noche del alma. Vida y legado de san Juan de la Cruz». Grupo editorial Fonte, Burgos 2025, ISBN: 979-13-87958-10-7 (287 páginas).

En la presentación del libro indica, «no hace muchos años, un historiador definía al místico carmelita como “un santo sin biografía”, a pesar de contar con numerosas “hagiografías”, algunas de gran calidad. Pero desde el año 1991 (cuarto centenario de su fallecimiento), esto ha cambiado. Aparte de las numerosas biografías profundamente documentadas, hoy disponemos también de cinco gruesos volúmenes con los “Procesos de beatificación y canonización”, que recogen los testimonios de quienes lo conocieron, otro con las “Actas de gobierno y declaraciones primeras de los testigos”, así como el monumental “Diccionario de san Juan de la Cruz” y numerosos estudios históricos, literarios y teológicos». De todos ellos se sirve en este riguroso trabajo.

Después del prólogo, dedica la primera parte (páginas 21-76) a estudiar el «contexto socio-religioso», hablando del Siglo de Oro español, que fue un tiempo de esplendor y de tensiones: prosperidad y avances culturales, pero también desigualdades y enfrentamientos armados. Fue aquella una época de importantes cambios en las organizaciones sociales y económicas, que influyeron en la manera de entender la política y la ciencia, en la que proliferaron los reformadores religiosos, «recogidos» y «alumbrados». En ese escenario, san Juan de la Cruz fue hijo de su tiempo y, a la vez, su contradicción más fecunda: eligió atravesar su «noche oscura» con libertad de espíritu y decisión, invitando a otros a vivir una «primavera en libertad, anchura y alegría».

La segunda parte, en la que estudia la biografía del santo, es la más extensa (páginas 77-212). A partir de los testimonios de sus contemporáneos, recorre su existencia, despojándole de los añadidos barrocos, que acomodaron la figura del personaje a los modelos de santidad del momento (linaje noble, milagros desde la infancia, enfrentamientos con los demonios, etc.), para profundizar en sus relaciones humanas y sus actitudes vitales, dedicando también sendos capítulos a hablar de su espiritualidad y de su faceta de escritor, haciendo una breve presentación de cada una de sus obras mayores.

La tercera parte, titulada «Teología en verso» (páginas 213-275), analiza su esfuerzo para comunicar lo inefable (la experiencia mística), especificando que, «si la teología académica se construye a partir de conceptos precisos, definiciones claras y argumentaciones lógicas, la experiencia del místico se sitúa en un ámbito que desborda estas estructuras. San Juan de la Cruz, en concreto, la teje con versos, símbolos y música, tendiendo con esos medios un puente hacia lo divino». Lejos de ser una anomalía, este modo de hacer teología conecta con una larga tradición: la de los profetas bíblicos, los salmos, los Padres de la Iglesia y los místicos medievales. San Juan de la Cruz, heredero de esa tradición, lleva el lenguaje poético a su máxima intensidad, hasta convertirlo en camino de transformación interior.

Finalmente, en la conclusión, titulada «Cuando canta el silencio», resume todo lo visto hasta entonces y habla del legado del santo carmelita para el siglo XXI, indicando que, «en un mundo atiborrado de ruidos e imágenes, de prisas y agobios, de ansias de novedades y de desilusiones acumuladas, de cerebros saturados por el exceso de estímulos que nos llegan de las redes sociales, san Juan de la Cruz ofrece unas canciones (así llama él a sus poemas) que hablan de una claridad que ciega los sentidos por su exceso de luz, pero los abre a un conocimiento más profundo y auténtico; de una libertad que no pueden destruir la cárcel ni las persecuciones; de una dicha existencial que es posible conservar incluso en medio del sufrimiento y la vulnerabilidad. […] Su mensaje no ha perdido vigencia, porque apunta a lo esencial: las ansias de trascendencia, la necesidad de amar y ser amado, de encontrar sentido en el dolor, luz en la tiniebla, y plenitud incluso en el despojamiento».

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