Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

jueves, 6 de octubre de 2022

Beato Juan de Palafox y Mendoza (1600-1659), obispo


El 6 de octubre se celebra la fiesta del beato Juan de Palafox y Mendoza (1600-1659), obispo de Puebla de los Ángeles (en México) y de Osma (en España).

Hijo ilegítimo de dos importantes nobles de la época: Jaime de Palafox, marqués de Ariza (que era camarero del papa) y Ana de Casanate (viuda y con dos hijos), nació en Fitero (Navarra, España) en 1600. 

Su madre determinó ahogarlo en el río, pero el niño se salvó y fue criado por un servidor de la casa de su padre, que lo terminó aceptando como hijo cuando el niño tenía nueve años y el padre había abandonado la carrera eclesiástica y se había casado. Su madre, arrepentida, se hizo carmelita descalza y a él lo enviaron a estudiar a las universidades de Huesca, Alcalá, Salamanca y Sigüenza, donde se doctoró en leyes.

Despuntó desde joven por su inteligencia y su buen sentido de gobierno, fue diputado de la nobleza en las cortes, fiscal del consejo de guerra y del consejo de Indias. En 1629 fue ordenado sacerdote y acompañó, como capellán, en sus viajes por Italia, Alemania, Flandes y Francia a Ana de Austria, reina de Hungría y hermana del rey de España.

En 1639 fue nombrado obispo de Puebla de los Ángeles, en México, donde también ejerció numerosos cargos políticos (visitador de los ministros y tribunales, gobernador y capitán general, presidente de la audiencia…) 

Los historiadores destacan que nunca, antes ni después, otra persona ejerció juntos tantos cargos y encomiendas. Envió cartas al rey informándole de la situación secular, militar y eclesiástica, denunciando la corrupción de la administración y de los tribunales. Incluso depuso al virrey y ocupó interinamente su puesto durante año y medio, hasta la llegada de su sucesor.

Culminó la construcción de la catedral, levantó un seminario diocesano, palacio episcopal, más de cincuenta parroquias, colegios y una universidad, a la que dotó de una magnífica biblioteca con más de cinco mil volúmenes de filosofía y ciencia (la primera biblioteca pública de América), favoreció la implantación de una imprenta y fue mecenas de la música y las bellas artes.

Destacó en su defensa por los derechos de los indios, prohibiendo las conversiones forzadas y permitiendo el acceso de los criollos a cargos públicos. Trabajó en la formación del clero y pidió a los sacerdotes que aprendieran las lenguas nativas. Visitó tres veces todas las poblaciones de su enorme diócesis, escribió constituciones para el seminario y la universidad, cartas pastorales, manuales para la administración de los sacramentos, libros de oraciones, etc. Intentando aplicar los decretos del concilio de Trento, se enfrentó a las autoridades civiles y religiosas, procurándose muchos enemigos.

Llegó a México con más de cuarenta personas a su servicio y regresó a España en 1649 con menos de diez. Tuvo que pedir limosna al cabildo catedralicio para el viaje, ya que había repartido todas sus posesiones entre los pobres. Fue nombrado obispo de Osma-Soria y vivió sus últimos años con gran austeridad, ayudando a los pobres, visitando a los enfermos y a todas las poblaciones de su diócesis.

Escribió numerosas obras de carácter jurídico, político, histórico, bíblico, teológico, ascético y místico, así como memoriales sobre sus actividades, poesías y otros escritos menores, incluido un tratado de ortografía. También las constituciones de la «Escuela de Cristo», para la formación espiritual de los sacerdotes y de los seglares, de las que llegó a haber más de 400 en España, América, Francia e Italia.

El hogar espiritual de Juan de Palafox fue el Carmelo teresiano. Fue el primero en recoger y publicar las cartas de la santa Teresa de Jesús, a las que hasta entonces no se daba importancia y se recortaban para hacer reliquias. Se retiraba frecuentemente al convento carmelitano de Burgo de Osma, donde permanecía en oración, escribiendo sus tratados. Allí fue miembro de la cofradía de la Virgen del Carmen. 

En su testamento, legó sus escritos a los carmelitas descalzos, que se encargaron de publicarlos. Fue beatificado en 2011.

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