Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

miércoles, 7 de octubre de 2015

Historia del rosario


El 7 de octubre es la fiesta de la Virgen del Rosario y hay muchas maneras de rezarlo. En esta entrada les cuento los orígenes y la historia de esta devoción.

Aunque una tradición dice que santo Domingo de Guzmán es el fundador del rosario en el s. XIII, la verdad es que se rezaba desde mucho antes (él fue devoto de esta práctica y la propagó, pero no la inició). Además, él no lo rezaba como lo hacemos hoy, ya que la forma de indicar cinco misterios seguidos cada uno de ellos por el rezo de un Padre Nuestro, diez Ave Marías y el Gloria solo se generalizó en el s. XVI.

Al principio, durante la Edad Media, los que no sabían leer decían una frase de la Biblia de memoria y la acompañaba de un Padre Nuestro. Así hasta 150 veces para ponerlo en paralelo con los 150 salmos.

Los religiosos que sabían leer rezaban cada semana los 150 salmos con otros textos bíblicos, divididos en las distintas horas del Oficio divino. 

Los que no sabían leer, en cada hora litúrgica recitaban un pensamiento bíblico y rezaban después un Padre Nuestro. En cada hora canónica, un número determinado de veces, hasta 150 a la semana. En una cuerda con nudos tenían marcados los que tenían que rezar en cada hora canónica.

Como cada vez menos personas entendían el latín y la Biblia se seguía leyendo en latín en la Iglesia, la gente fue conociendo cada vez menos textos bíblicos, por lo que ya no eran capaces de citar muchas frases de memoria. Por eso, se empezó a rezar un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria después de cada pensamiento o jaculatoria. Se redujeron los textos bíblicos y se aumentaron las oraciones repetidas.

Con el tiempo, se llegó a decir solo una frase bíblica seguida por un Padre Nuestro, diez Ave Marías y un Gloria. Más tarde, se cambiaron las frases de la Biblia por escenas de la vida de Jesús y de María (siempre las mismas) seguidas por un Padre Nuestro, diez Ave Marías y un Gloria.

Esto no se generalizó antes del s. XVI, porque en los cuadros y esculturas anteriores a este siglo se puede ver a personas con un rosario en las manos, que es una cuerda con muchos nudos o "cuentas", pero aún no son 50 ni están separadas en grupos de 10.

El Papa dominico san Pío V (1566-1572) instituyó la fiesta de la Virgen del Rosario el 7 de octubre, para celebrar la victoria de la batalla de Lepanto contra los turcos, que los contemporáneos atribuyeron a la ayuda de la Virgen, ya que se organizaron encuentros para rezar el rosario durante la batalla. 

Como los dominicos fueron los más firmes defensores de esta fiesta, se terminó identificando el rosario con ellos y convirtiendo a su fundador en el iniciador del mismo.

Tradicionalmente, el rosario se convirtió en el recuerdo de cinco misterios gozosos de la vida de Cristo (su concepción, nacimiento e infancia), cinco dolorosos (su pasión y muerte) y cinco gloriosos (su resurrección, su glorificación y la glorificación de su Madre). Juan Pablo II añadió otros cinco misterios luminosos (referidos a la vida pública de Jesús, desde su bautismo hasta la institución de la eucaristía en la última Cena).

Así, tal como ha llegado a nosotros, el rosario es una meditación en la vida de Cristo acompañados por María, su madre y su primera discípula. Que ella nos ayude a amar cada día más a Jesús.

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