Son los patronos especiales de los farmacéuticos, médicos y cirujanos, así como de los barberos y peluqueros, que antiguamente arrancaban las muelas, cauterizaban las heridas y aplicaban las "sangrías" a los enfermos.
El actual martirologio romano (el catálogo de los santos reconocidos) dice de ellos: "Santos Cosme y Damián, mártires, que, según la tradición, ejercieron la medicina en Ciro, de Augusta Eufratense (hoy Siria), no pidiendo nunca recompensa y sanando a muchos con sus servicios gratuitos (s. III)".
En otros martirologios anteriores se ofrecen más datos, como que "cuidaban gratuitamente a los enfermos, y su fe, mucho más aun que su ciencia, obraba curaciones maravillosas, espirituales y corporales".
En otros martirologios anteriores se ofrecen más datos, como que "cuidaban gratuitamente a los enfermos, y su fe, mucho más aun que su ciencia, obraba curaciones maravillosas, espirituales y corporales".
También añaden que "después de sufrir muchos tormentos, prisiones y cárceles, ser echados en el mar y en el fuego, y ser crucificados, apedreados y asaeteados, fueron decapitados". Recordemos que hasta el siglo IV los cristianos eran perseguidos en el antiguo imperio romano y son numerosos los mártires de aquella época.
A lo largo de los siglos IV y V se levantaron templos en su honor en Egea, Ciro, Costantinopla, Jerusalén, Edesa, Tesalónica, Tours, Rávena, Roma, etc.
En casi todas las poblaciones europeas hay algún templo medieval en su honor o, al menos, un retablo, ya que la medicina estaba poco desarrollada y la gente no tenía grandes medios para acudir a los médicos de la tierra (que eran caros y poco eficaces), por lo que se dirigía a los médicos del cielo, implorando su ayuda.
Como antes habían hecho los griegos con Asclepio y los romanos con Esculapio, los enfermos acudían a los templos de san Cosme y san Damián, quedándose a dormir en su interior, con la esperanza de que los santos los curasen durante el sueño o les indicasen los remedios que habían de tomar.
Dada su gran popularidad, a lo largo de los siglos surgieron muchas leyendas que los tienen como protagonistas. Una de las más conocidas y representadas en cuadros y relieves es la que cuenta que trasplantaron a un hombre blanco la pierna que cortaron al cadáver de un esclavo negro, fallecido poco antes. De esta escena recojo diez representaciones en esta entrada:
A lo largo de los siglos IV y V se levantaron templos en su honor en Egea, Ciro, Costantinopla, Jerusalén, Edesa, Tesalónica, Tours, Rávena, Roma, etc.
En casi todas las poblaciones europeas hay algún templo medieval en su honor o, al menos, un retablo, ya que la medicina estaba poco desarrollada y la gente no tenía grandes medios para acudir a los médicos de la tierra (que eran caros y poco eficaces), por lo que se dirigía a los médicos del cielo, implorando su ayuda.
Como antes habían hecho los griegos con Asclepio y los romanos con Esculapio, los enfermos acudían a los templos de san Cosme y san Damián, quedándose a dormir en su interior, con la esperanza de que los santos los curasen durante el sueño o les indicasen los remedios que habían de tomar.
Dada su gran popularidad, a lo largo de los siglos surgieron muchas leyendas que los tienen como protagonistas. Una de las más conocidas y representadas en cuadros y relieves es la que cuenta que trasplantaron a un hombre blanco la pierna que cortaron al cadáver de un esclavo negro, fallecido poco antes. De esta escena recojo diez representaciones en esta entrada:
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