Simeón anunció a María que una espada de dolor le atravesaría el alma (Lc 2,35). Al recordar los sufrimientos de Cristo, los cristianos también recordamos los de su madre, que tan íntimamente estuvo unida a él.
La misa del 15 de septiembre tiene una "secuencia" (un canto especial antes del evangelio) de gran belleza: el famoso "Stabat Mater Dolorosa", que ya hemos recogido otras veces en el blog y empieza así en su versión española:
La Madre piadosa estaba
junto a la cruz y lloraba
mientras el Hijo pendía;
cuya alma, triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía...
Frédéric Antoine Ozanam (1813-1853), comentándola, escribió: "La liturgia católica nada tiene tan patético como estos lamentos tristes, cuyas estrofas caen como lágrimas, tan dulces, que en ellos se descubre un dolor divino consolado por los ángeles; tan sencillos en su latín popular, que las mujeres y los niños comprenden la mitad por las palabras y la otra mitad por el canto y el corazón".
Aprovecho para felicitar a todas las Dolores, Lolas y Lolitas. El Señor las llene de sus bendiciones.
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