Novena a la Virgen del Carmen, día segundo: María, la elegida de Dios. La imagen que acompaña esta entrada se conserva en el Carmen de Querétaro (México).
Oración inicial. Te suplicamos, Padre celestial, que la Virgen María, madre y hermosura del Carmelo, cubra bajo su manto protector a todos los que celebramos el segundo día de la novena en su honor; para que, con su ejemplo y protección, crezcamos en la intimidad con su Hijo Jesucristo. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Invocaciones
ROSA DEL CARMELO, perfúmanos en el alma y en el cuerpo, para que seamos buen olor de Cristo en medio de nuestros hermanos. Dios te salve, María…
ESTRELLA DEL MAR, conduce nuestra barquilla en el mar de la vida hasta que lleguemos a las playas luminosas de la patria celestial. Dios te salve, María…
REINA DEL CIELO, que un día gocemos de tu compañía en la eternidad y proclamemos contigo la grandeza del Señor, porque el Poderoso hizo en ti maravillas. Dios te salve, María…
(Pídase la gracia que se desea alcanzar)
Letanías
Santa María, madre de Dios y madre nuestra, ruega por nosotros.
Nueva Eva, ruega por nosotros.
Madre de los vivientes, ruega por nosotros.
Estirpe de Abraham, ruega por nosotros.
Heredera de la promesa, ruega por nosotros.
Raíz de Jesé, ruega por nosotros.
Hija de Sión, ruega por nosotros.
Tierra virgen, ruega por nosotros.
Escala de Jacob, ruega por nosotros.
Madre y hermosura del Carmelo, ruega por nosotros.
- Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
- Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.
Oración final. Virgen María, madre y hermosura del Carmelo, estrella del mar, en esta novena acudimos a ti implorando tu amparo. Madre de Dios y madre nuestra, dirige tu mirada a todos los que invocamos tu auxilio, escucha nuestras plegarias y enséñanos a servir a Jesús con corazón sincero, como hiciste tú. Madre de misericordia y refugio de los pecadores, intercede por nosotros ante tu Hijo Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Flor del Carmelo,
viña florida,
esplendor del cielo,
esplendor del cielo,
Virgen singular.
Oh, madre amable,
Oh, madre amable,
mujer sin mancilla,
protege siempre
protege siempre
a los carmelitas,
y a todos tus hijos,
y a todos tus hijos,
estrella del mar.
- Ave María Purísima.
- Sin pecado concebida.
REFLEXIÓN BÍBLICA: MARÍA, LA ELEGIDA DE DIOS
Lecturas bíblicas
Del libro del profeta Jeremías (1,4-5). El Señor me dirigió la palabra: «Antes de formarte en el vientre, te elegí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te constituí profeta de las naciones... Irás a donde yo te envíe y dirás lo que yo te mande. No tengas miedo, porque yo estoy contigo para protegerte». Palabra de Dios.
Salmo responsorial (138): El Señor la eligió y la predestinó.
Señor, tú me sondeas y me conoces, me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos, todas mis sendas te son familiares.
El Señor la eligió y la predestinó.
Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias porque me has plasmado portentosamente, porque son admirables tus obras.
El Señor la eligió y la predestinó.
Mi alma lo reconoce agradecida: no desconocías mis huesos
cuando, en lo oculto, me iba formando.
El Señor la eligió y la predestinó.
Del evangelio según san Lucas (1,26-28). El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David. La virgen se llamaba María. El ángel, entrando a su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Reflexión
A lo largo de los siglos, Dios ha llamado a numerosos hombres y mujeres para que colaboraran con su proyecto salvador. A cada uno le ha preparado con los dones necesarios para realizar su misión, pero ha respetado su libertad, por lo que cada cual ha tenido que decidir si quería acoger o rechazar la propuesta de Dios.
La Biblia ofrece abundantes testimonios. El profeta Jeremías es un ejemplo paradigmático. Si Dios conocía a Jeremías antes de que fuera formado en el vientre materno, desde siempre, una dimensión de eternidad entra en la historia. Además, si lo ha amado desde siempre, ese amor ha de ser para siempre. En este conocer eterno descubrimos una promesa de eternidad. Dios, que es el origen, es también el destino del profeta.
Acoger la propia vocación, descifrarla y responder es la posibilidad de descubrir la propia identidad, el sentido de la propia existencia. Es un proceso temporal, que camina con la historia, pero es el descubrimiento del propio origen, de la propia verdad, del propio ser. La toma de conciencia de su vocación por parte de Jeremías se convierte en revelación del proyecto personal de Dios sobre cada ser humano.
María fue preparada de una manera única para una misión totalmente singular: ser la madre del mesías. Ella es la mujer escogida por Dios para que su Hijo se encarnase en su seno. Por eso, María es la llena de gracia desde el primer momento de su concepción inmaculada. Así la llamó el ángel Gabriel: «Llena de gracia» y su prima Isabel la proclamó «bendita entre las mujeres» (Lc 1,42).
Como cada persona, María tiene que dar una respuesta personal al plan de Dios sobre ella. Pregunta, reflexiona y acepta colaborar con ese proyecto, exclamando: «Aquí está la sierva del Señor, que se cumpla en mí su palabra». Es decir: «cuenta conmigo. Sé que quieres lo mejor para mí y que sabes lo que es bueno para mí, por lo que me fío de ti, aunque no entienda del todo lo que quieres».
Pidamos a María que nos ayude a descubrir nuestra misión personal en el plan de Dios y que nos conceda la fortaleza necesaria para ponerla en práctica.
- Ave María Purísima.
- Sin pecado concebida.
REFLEXIÓN BÍBLICA: MARÍA, LA ELEGIDA DE DIOS
Lecturas bíblicas
Del libro del profeta Jeremías (1,4-5). El Señor me dirigió la palabra: «Antes de formarte en el vientre, te elegí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te constituí profeta de las naciones... Irás a donde yo te envíe y dirás lo que yo te mande. No tengas miedo, porque yo estoy contigo para protegerte». Palabra de Dios.
Salmo responsorial (138): El Señor la eligió y la predestinó.
Señor, tú me sondeas y me conoces, me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos, todas mis sendas te son familiares.
El Señor la eligió y la predestinó.
Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias porque me has plasmado portentosamente, porque son admirables tus obras.
El Señor la eligió y la predestinó.
Mi alma lo reconoce agradecida: no desconocías mis huesos
cuando, en lo oculto, me iba formando.
El Señor la eligió y la predestinó.
Del evangelio según san Lucas (1,26-28). El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David. La virgen se llamaba María. El ángel, entrando a su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Reflexión
A lo largo de los siglos, Dios ha llamado a numerosos hombres y mujeres para que colaboraran con su proyecto salvador. A cada uno le ha preparado con los dones necesarios para realizar su misión, pero ha respetado su libertad, por lo que cada cual ha tenido que decidir si quería acoger o rechazar la propuesta de Dios.
La Biblia ofrece abundantes testimonios. El profeta Jeremías es un ejemplo paradigmático. Si Dios conocía a Jeremías antes de que fuera formado en el vientre materno, desde siempre, una dimensión de eternidad entra en la historia. Además, si lo ha amado desde siempre, ese amor ha de ser para siempre. En este conocer eterno descubrimos una promesa de eternidad. Dios, que es el origen, es también el destino del profeta.
Acoger la propia vocación, descifrarla y responder es la posibilidad de descubrir la propia identidad, el sentido de la propia existencia. Es un proceso temporal, que camina con la historia, pero es el descubrimiento del propio origen, de la propia verdad, del propio ser. La toma de conciencia de su vocación por parte de Jeremías se convierte en revelación del proyecto personal de Dios sobre cada ser humano.
María fue preparada de una manera única para una misión totalmente singular: ser la madre del mesías. Ella es la mujer escogida por Dios para que su Hijo se encarnase en su seno. Por eso, María es la llena de gracia desde el primer momento de su concepción inmaculada. Así la llamó el ángel Gabriel: «Llena de gracia» y su prima Isabel la proclamó «bendita entre las mujeres» (Lc 1,42).
Como cada persona, María tiene que dar una respuesta personal al plan de Dios sobre ella. Pregunta, reflexiona y acepta colaborar con ese proyecto, exclamando: «Aquí está la sierva del Señor, que se cumpla en mí su palabra». Es decir: «cuenta conmigo. Sé que quieres lo mejor para mí y que sabes lo que es bueno para mí, por lo que me fío de ti, aunque no entienda del todo lo que quieres».
Pidamos a María que nos ayude a descubrir nuestra misión personal en el plan de Dios y que nos conceda la fortaleza necesaria para ponerla en práctica.
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