Aquí les presento once pinturas contemporáneas para ilustrar este canto de amor entre el rey Salomón y la bella Sulamita, acompañándolas por los textos que ilustran.
«Llévame contigo: ¡corramos! El rey me introdujo en sus habitaciones: ¡gocemos y alegrémonos contigo, celebremos tus amores más que el vino! ¡Cuánta razón tienen para amarte!» (Cant 1,4).
«Aparecieron las flores sobre la tierra, llegó el tiempo de las canciones, y se oye en nuestra tierra el arrullo de la tórtola» (Cant 2,14).
«¡Ven, amado mío, salgamos al campo! De madrugada iremos a las viñas, veremos si brotan las estepas, si se abren las flores, si florecen las granadas... Allí te entregaré mi amor. Las mandrágoras exhalan su perfume, los mejores frutos están a nuestro alcance: los nuevos y los añejos, amado mío, los he guardado para ti» (Cant 7,12-14).
«Yo bajé al jardín de los nogales, a ver los retoños del valle, a ver si brotaba la viña, si florecían los granados... Y sin que yo me diera cuenta, me encontré en la carroza con mi príncipe» (Cant 6,11-12).
«Eres un jardín cerrado hermana mía, novia mía; eres un jardín cerrado, una fuente sellada. Tus brotes son un vergel de granadas, con frutos exquisitos: alheña con nardos, nardo y azafrán, caña aromática y canela, con todos los árboles de incienso, mirra y áloe, con los mejores perfumes» (Cant 4,12-14).
«¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres! Tus ojos son palomas, detrás de tu velo. Tus cabellos, como un rebaño de cabras que baja por las laderas de Galaad. Tus dientes, como un rebaño de ovejas esquiladas que acaban de bañarse: todas ellas han tenido mellizos y no hay ninguna estéril. Como una cinta escarlata son tus labios y tu boca es hermosa. Como cortes de granada son tus mejillas, detrás de tu velo» (Cant 4,1-3).
«¡Qué hermoso eres, amado mío, eres realmente encantador! ¡Qué frondoso es nuestro lecho! Las vigas de nuestra casa son los cedros y nuestro artesonado, los cipreses» (Cant 1,16-17).
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