El evangelio del domingo 29 del Tiempo Ordinario, ciclo "a", recoge la famosa frase de Jesús: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios", que establece la autonomía del hombre a la hora de tomar decisiones políticas, sociales o económicas.
El contexto está claro: los enemigos de Jesús buscaban la manera de condenarlo, poniéndole a prueba una y otra vez, con cuestiones espinosas, esperando que cometiese algún error, para poder acusarlo. Por eso le preguntan: «¿De dónde procede tu autoridad?», «¿Hay que pagar tributos al César?», «¿Cómo será la resurrección?», etc.
Las preguntas estaban envenenadas y cualquier respuesta podría ser utilizada contra Jesús. En la cuestión de los impuestos romanos, por ejemplo, si Jesús hubiera respondido que no había que pagarlos, lo habrían denunciado al procurador, que lo habría condenado a muerte. Si hubiera respondido que sí, los mismos judíos se habrían encargado de apedrearlo.
Pero Jesús demuestra una sabiduría superior. Al quedar confundidos con sus respuestas, que no pudieron usar en su contra, se decidieron por otra estrategia: «Buscaron el modo de prender a Jesús con engaño, para darle muerte».
Hablemos ahora de la afirmación de Jesús: «Al César lo que es del César...». Es verdad que la fe debe iluminar todas las dimensiones de nuestra vida, pero también es verdad que el evangelio no se identifica con ningún sistema socio-económico concreto. Y debemos ser conscientes de que ninguna opción política encarna perfectamente los ideales del evangelio.
A la hora de tomar una decisión (para votar en las elecciones legislativas, por ejemplo) hay que valorar qué partido hace un conjunto de propuestas menos malo y optar en consecuencia. Porque si unos partidos no respetan los valores familiares, otros no ayudan a los más desfavorecidos. La decisión nunca es sencilla y tenemos que ser respetuosos con las opciones de cada persona que vota en conciencia.
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