Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

miércoles, 6 de octubre de 2021

San Bruno y los cartujos


El 6 de octubre se celebra la fiesta de san Bruno, el fundador de la Cartuja, familia monástica de contemplativos ermitaños, que viven consagrados a la alabanza divina, al trabajo manual y al estudio en silencio y soledad.

Bruno nació en Colonia (Alemania), el año 1030. Estudió en Reims y París (Francia). El obispo de Reims le encargó la dirección de la escuela catedralicia. Más tarde le nombró «maestrescuela» de la catedral y canciller de la archidiócesis.

En cierto momento sintió la llamada a abandonar todo y a consagrarse a la oración. Con otros compañeros abrió el primer monasterio en los Alpes franceses, en un paraje conocido como «la Chartreuse», de donde viene el nombre de «cartuja».

El papa Urbano II, que había sido discípulo suyo en Reims, lo llamó a Roma como consejero. Durante algunos años asistió a concilios regionales y presidió embajadas en nombre del papa, hasta que se le permitió volver a la soledad en una nueva cartuja que fundó en Italia.

Antes de morir, reunió a los hermanos de su comunidad y realizó esta profesión de fe en su presencia:

1- Creo firmemente en el Padre, y en el Hijo, y en el Espíritu Santo; en el Padre no engendrado, en el Hijo unigénito, en el Espíritu Santo procedente de ambos, y que estas tres personas son un solo Dios.

2- Creo que este mismo Hijo de Dios fue concebido por el Espíritu Santo de María, la Virgen. Creo que la Virgen era castísima antes del parto, virgen en el parto y después del parto permaneció totalmente virgen. Creo que el mismo Hijo de Dios fue concebido entre los hombres como hombre verdadero, mas sin pecado. Creo que el mismo Hijo de Dios fue hecho preso por los judíos, maltratado, injustamente atado, escupido, azotado, muerto, sepultado. Bajó a los infiernos para librar a los suyos allí cautivos. Bajó para nuestra redención, y resucitó y ascendió a los cielos, y volverá de allí a juzgar a vivos y a muertos.

3- Creo en los sacramentos en que la Iglesia cree y venera, y expresamente que 1o consagrado en el altar es verdadero Cuerpo, verdadera Carne y verdadera Sangre del Señor nuestro Jesucristo, a quien también nosotros recibimos para la remisión de nuestros pecados y en la esperanza de la eterna salvación. Creo en la resurrección de la carne, en la vida eterna. Amén.

4- Confieso y creo en la santa e inefable Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, un solo Dios natural, de una sola sustancia, de una sola naturaleza, de una sola majestad y de un solo poder. Y profeso que el Padre no ha sido engendrado ni creado, sino que es ingénito. El mismo Padre de nadie tiene su origen. De él recibió el Hijo su nacimiento y el Espíritu Santo su procedencia. Es, pues, fuente y origen de toda divinidad. Y el mismo Padre, inefable por esencia, engendró inefablemente de su sustancia al Hijo, pero no engendró otro ser que lo que él es, Dios a Dios, la Luz a la Luz. De él, por lo tanto, es toda paternidad en el cielo y en la tierra. Amén.

Hace algunos años, la vida de los cartujos se hizo famosa con la singular película "el gran silencio", un documental sin diálogos de casi tres horas.

En nuestros días hay 5 monasterios de monjes cartujos en Francia, 3 en España, 2 en Italia y 1 en Alemania, Argentina, Brasil, Corea del Sur, USA, Gran Bretaña, Portugal y Eslovenia.

Además, hay 2 monasterios de monjas cartujas en Francia y 1 en Corea, España e Italia.

Los cartujos se reúnen tres veces al día en el templo: por la noche para la oración de maitines y laudes, por la mañana para la misa conventual y por la tarde para el rezo de vísperas. El resto de la jornada la pasan en silencio y soledad: trabajo, estudio, oración personal y comidas. Los jueves dan un paseo juntos por el campo y hablan entre ellos. Los domingos comen juntos a mediodía.

Cartujos en el templo

Cartujo rezando en su celda

Cartujo estudiando

Cartujo trabajando

Cartujo comiendo

Diálogo durante el paseo semanal

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