Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 15 de octubre de 2021

Laudes de la fiesta de santa Teresa de Jesús


Oración de la mañana para la fiesta de santa Teresa de Jesús, tal como la recoge el breviario del Carmelo descalzo, por si alguien quiere unirse a nosotros.

- Señor, ábreme los labios.
- Y mi boca proclamará tu alabanza.

Invitatorio

Antífona. Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.

- Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.

Sabed que el Señor es Dios,
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

- Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre.

- Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.

El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.

- Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

- Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.

Himno

Vuestra soy, para vos nací:
¿qué mandáis hacer de mí?

Veis aquí mi corazón,
yo le pongo en vuestra palma:
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición.
Dulce Esposo y redención,
pues por vuestra me ofrecí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Dadme muerte, dadme vida;
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad;
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí:
¿qué queréis hacer de mí?

Dadme riqueza o pobreza,
dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme infierno o dadme cielo,
vida dulce, sol sin velo:
pues del todo me rendí,
¿qué mandáis hacer de mí?

Si queréis, dadme oración;
si no, dadme sequedad,
si abundancia y devoción,
y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
solo hallo paz aquí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Si queréis que esté holgando,
quiero por amor holgar;
si me mandáis trabajar,
morir quiero trabajando:
decid dónde, cómo y cuándo,
decid dulce Amor, decid:
¿qué mandáis hacer de mí? Amén.

Salmodia

Antífona 1. Mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti.

Salmo 62

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Antífona 1. Mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti.

Antífona 2. Que todas tus criaturas te den gracias Señor; que te bendigan tus fieles.

Cántico Dan 3,57-88.56

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor;

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor;

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor;

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor;

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor;

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor;

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor;

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor;

Fieras y ganados, bendecid al Señor;
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor;

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor;

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor;
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

Antífona 2. Que todas tus criaturas te den gracias Señor; que te bendigan tus fieles.

Antífona 3. He cantado, Señor, tus misericordias en la asamblea de los fieles.

Salmo 149

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Antífona 3. He cantado, Señor, tus misericordias en la asamblea de los fieles.

Lectura (2Cor 4,5-7)

Nosotros no nos predicamos a nosotros mismos, predicamos que Cristo es Señor, y nosotros siervos vuestros por Jesús. El Dios que dijo: "Brille la luz del seno de la tiniebla" ha brillado en nuestros corazones, para que nosotros iluminemos, dando a conocer la gloria de Dios, reflejada en Cristo. Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros.

Responsorio

V/. Oigo en mi corazón: * Buscad mi rostro.
R/. Oigo en mi corazón: * Buscad mi rostro.
V/. Tu rostro buscaré, Señor. 
R/. Buscad mi rostro. 
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Oigo en mi corazón: * Buscad mi rostro.

Benedictus

Antífona. Al que me ama lo amará mi Padre, lo amaré yo, y me mostraré a él.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia 
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días. 

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, 
como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona. Al que me ama lo amará mi Padre, lo amaré yo, y me mostraré a él.

Preces

Aclamemos con júbilo a Cristo, Señor de la gloria y corona de todos los santos, que nos concede hoy celebrar la solemnidad de santa Teresa de Jesús, nuestra madre, y digámosle:
― Te alabamos, Señor.

Señor, fuente de vida y de santidad, que has mostrado en tus santos las maravillas de tu amor,
― queremos cantar hoy tus misericordias con nuestra madre Teresa de Jesús.

Tú que anhelas abrasar el mundo entero con el fuego de tu caridad,
― haz que seamos ante los hombres servidores y tes­tigos de tu amor, a imitación de santa Teresa.

Tú que, como amigo fiel, revelas a tus elegidos los misterios de tu inmensa caridad,
― únenos a ti con los lazos de tu amistad divina, para que experimentemos tu amor y lo anunciemos a nuestros hermanos.

Tú que te manifiestas a los limpios de corazón,
― purifica nuestros ojos para que te descubramos en todas las criaturas y en todos los acontecimientos.

Tú que resistes a los soberbios y amas a los humildes,
― haz que andemos en verdad y vivamos al servicio de la Iglesia.

Concluyamos nuestra alabanza matutina con la oración que nos enseñó el Señor: Padre nuestro...

Oración

Señor Dios nuestro, que por medio de tu Espíritu Santo has suscitado a santa Teresa de Jesús, nuestra Madre, para enseñar a tu Iglesia el camino de la perfección; concédenos alimentarnos siempre con su celestial doctrina para que crezca en nosotros el deseo de la verdadera santidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Conclusión

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

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