Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 31 de octubre de 2025

Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar...


«Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podía contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua» (Ap 7,9). Dios Padre celestial, contemplamos esa visión luminosa del Apocalipsis y comprendemos que tu amor es más grande que nuestras fronteras, más fuerte que nuestra fragilidad, más amplio que todas las diferencias humanas. Los santos son esa multitud innumerable son tus hijos e hijas, redimidos por la sangre de Cristo, que han acogido tu gracia y han perseverado en la fe.

En la fiesta de todos los santos, te damos gracias por esa multitud bendita: los santos conocidos y los desconocidos, los grandes testigos de la historia y los pequeños que vivieron su fe en silencio; los que predicaron el evangelio hasta los confines del mundo y los que lo encarnaron en la entrega cotidiana, en la fidelidad, en el amor escondido. Todos ellos son reflejo de tu santidad, antorchas encendidas con el fuego de tu Espíritu, testigos de que la existencia puede vivirse en plenitud cuando se confía en ti.

Gracias, Señor, por recordarnos que la santidad no es privilegio de unos pocos, sino vocación universal: llamada a vivir las bienaventuranzas en el lugar que cada uno ocupa, con el don y la misión que tú le confías. Haznos comprender que la santidad es dejarte obrar en nosotros, permitir que tu luz transforme nuestras sombras y que tu amor dé fruto en nuestra vida.

El próximo día 2 de noviembre recordaremos a todos los fieles difuntos. Te pedimos por aquellos que aún esperan el abrazo definitivo contigo. Que tu misericordia los purifique y los reciba en la asamblea de los santos, donde ya no hay lágrimas ni dolor, sino gozo eterno. 

Y a nosotros, Señor, fortalécenos en la esperanza, para que caminemos con paso firme hacia la meta, sostenidos por la fe y por la comunión de los que nos precedieron.

Que los santos que ya gozan de tu presencia intercedan por nosotros y por nuestros seres queridos difuntos. Que su oración nos sostenga en las horas oscuras, nos anime en la lucha diaria y nos haga desear las cosas del cielo.

Concédenos, Señor, formar parte un día de esa muchedumbre inmensa, revestida de blanco, que canta eternamente tu alabanza en la nueva Jerusalén, donde tú serás todo en todos, y enjugarás las lágrimas de nuestros ojos. Amén.

Usando este himno de la liturgia, oremos en este día a todos los santos para que intercedan por nosotros.

Peregrinos del reino celeste,
hoy, con nuestras plegarias y cantos,
invocamos a todos los santos,
revestidos de cándida veste.

Estos son los que a Cristo siguieron,
y por Cristo la vida entregaron,
en su sangre de Dios se lavaron,
testimonio de amigos le dieron.

Solo a Dios en la tierra buscaron,
y de todos hermanos se hicieron.
Porque a todos sus brazos se abrieron,
estos son los que a Dios encontraron.

Desde el cielo, nos llega cercana
su presencia y su luz guiadora:
nos invitan, nos llaman ahora,
compañeros seremos mañana.

Animosos, sigamos sus huellas,
nuestro barro será transformado
hasta verse con Cristo elevado
junto a Dios en su cielo de estrellas.

Gloria a Dios, que ilumina este día:
gloria al Padre, que quiso crearnos,
gloria al Hijo, que vino a salvarnos,
y al Espíritu que él nos envía. Amén.

1 comentario:

  1. La santità è vivere, spinti dalla speranza, ogni gesto, anche il più semplice, come un passo verso la pienezza della vita in Dio. La santità è alla portata di chiunque lasci che Dio converta il suo cuore e le sue azioni

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