La Sagrada Escritura fue el pilar fundamental de la espiritualidad y de los escritos de santa Teresita. A pesar de no haber tenido acceso a una Biblia completa, ella consideraba al maestro divino como su instructor personal, encontrando en las palabras sagradas la luz para sus más profundas intuiciones, especialmente para formular su "caminito de infancia espiritual".
Teresa solo poseía textos parciales del Antiguo Testamento, principalmente citas recopiladas por su hermana Celina. No obstante, sí tenía un ejemplar con los cuatro evangelios y las cartas de san Pablo. Siguiendo el ejemplo de santa Cecilia, Teresa llevaba el evangelio consigo, en un bolsillo junto a su corazón, considerándolo su "más querido tesoro". Para ella, este libro no era solo una fuente de consuelo, sino también el sustento de su oración, donde constantemente descubría "luces nuevas y sentidos ocultos".
Como buena carmelita, vivía intensamente la Regla que prescribe la meditación de la ley del Señor día y noche. La Biblia le proporcionaba un "alimento sólido" que la sustentaba en la oración y la iluminaba en sus decisiones. Este profundo amor por la Escritura la llevó a desear haberla estudiado en sus lenguas originales, el hebreo y el griego.
La influencia bíblica en sus escritos es inmensa. Teresa cita explícitamente la Biblia más de 1000 veces, demostrando una familiaridad notable con el Antiguo y el Nuevo Testamento. Sus intuiciones más originales están siempre acompañadas de una cita bíblica que las ilumina:
La llamada de Jesús a sus discípulos (Mc 3,13) le sirvió para clarificar el misterio de las vocaciones.
La teología de la caridad de san Pablo (1Co 12-13) fue la base para encontrar su vocación específica como el "corazón" en la Iglesia.
El Sermón de la Montaña la ayudó a penetrar en el verdadero amor al prójimo.
Textos proféticos y evangélicos la llevaron a intuir el valor de la pequeñez y la confianza en Dios.
En una de sus poesías, se compara con el apóstol Juan, afirmando que al ser "esposa" de Jesús, ella también conoce sus "secretos" a través del evangelio, su verdadera "riqueza".
Su espiritualidad se nutre directamente del mensaje de Jesús en el evangelio, lo que le permitió ir más allá del pesimismo jansenista de su época y proponer una espiritualidad cristiana esencial. Esta originalidad explica por qué su doctrina, aparentemente tan sencilla, fue considerada en su momento un mensaje nuevo, que abrió caminos para la teología y la espiritualidad, como señaló el papa Pío XII.
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